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Félix miraba su reflejo en el gran espejo de su habitación de hotel, estaba utilizando una tiara bastante sutil del color plateado que complementaba su cabello profundamente negro.

Ese día se casaría.

Tenía un pequeño sonrojo en su rostro al mirarse así, casarse era algo que nunca quiso para él, pero en ese momento se sentía correcto por más falso que fuera, en el fondo de su corazón sabía que tal vez ese matrimonio iba a funcionar.

Y si no lo hacía estaba bien. Siempre había la opción de divorciarse si algo no le hacía sentir cómodo, porque por más cariño que le tuviera a ese alfa rubio, hacia todo eso por Jeongin, ya que sabía que no necesitaba nada más en su vida que estar en su hijo. Una persona solitaria como él solo dependía de él mismo para salir adelante y no morir, pero para Félix su motivación de seguir con vida era Jeongin, un niño del que en realidad conocía muy poco y ni siquiera le había puesto el nombre, y del cual se había perdido la mayoría de su infancia.

Tal vez en ese momento de su vida,
dónde todo estaba yendo bien podía empezar a concentrarse en el mismo, le hacía ilusión meterse a algún curso, tal vez yoga o repostería y ahí además de aprender podría hacer amigos, cada vez que Yeonjun hablaba de sus amistades le daba algo de envidia saber que él tenía tres amigos contados y con uno apenas hablaba, con él.

Eso lo había conmovido, repentinamente tenía ganas de llorar, pero no podía hacerlo, en unas horas se iba a casar y no quería verse hinchado en las fotos que le tomarían. Por cierto, muchos reporteros obtuvieron el permiso de asistir a la celebración y supo por su asistente que habían estado en el lugar desde muy tempranas horas de la mañana.

Aunque aún faltaban muchas horas, él ya había estado preparado, le faltaba solo ponerse el traje y después llegaría una persona a maquillarlo aunque él prefería estar lo más natural posible.

Su puerta fue tocada y unos instantes después estaba abierta. Yeonjun entró con Jeongin hecho bolita en sus brazos. Félix se enterneció al verlo así, Hwang Jeongin era un niño muy dramático por cualquier cosa así que no le sorprendería si estaba así porque no le gustaba como se había peinado algún invitado.

El niño extendió sus brazos para que Félix lo agarrara en sus brazos y claro que lo hizo sin importarle que por la edad ya era algo pesado, no había podido cargarlo por 6 años, eso era lo menos que podía hacer ahora.

Al pasarlo a sus brazos notó esas lágrimas secas en sus ojitos hinchados. — Aww, mi bebé estaba llorando, ¿Por qué estabas llorando?

— No me gusta. — murmuró en el cuello de Félix quien miró con preocupación a Yeonjun.

Este solo le viró los ojos en señal de que no se preocupara. — En tu casa se pasó haciendo berrinche apenas te fuiste. — les cerró la puerta en la cara.

— ¿Qué te pasa? Puedes contarme todo lo que no te guste... — decía con la voz amorosa que podía.

Sorbió sonoramente. — Te vas a casar y ya no me vas a querer más. ¡Le vas a dar todo mi amor a Papá! — en ese momento se puso a llorar.

Félix se sentó al lado de la ventana y acurrucó al pequeño en sus brazos para secarle las lágrimas con más facilidad. — Yo te amo más que a nada en el mundo Innie, pero yo puedo amarte a ti y a tu papá a la vez, los amo de maneras diferentes y él eso está bien, él también te ama muchísimo a ti y yo no puedo competir con eso.

— ¿M-me prometes? — tenía la nariz roja y su suave olor a romero se mezclaba en el aire.

— Claro que sí. — le sonrió. — Viniste con Seulgi. — cambió de tema y el niño asintió. — Ve con ella, te cambiará de ropa para la celebración. Solo estarás unos minutos, no te preocupes, después volverás a la casa y podrás dormir o lo que quieras.

Singularity [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora