Capítulo 3: La hija de Jason

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La mente de Jason estaba distraída. Las palabras de su pequeña hija grabadas en su cabeza incluso después de haber despertado de aquel sueño; Marinette estaba triste. Ella estaba asustada porque las cosas habían cambiado a su alrededor y ya nada era como ella lo recordaba, ni siquiera él. Especialmente él. Marinette dijo que él se veía diferente ahora, después de haber muerto. Dijo que su alma era diferente al cuerpo físico. Pero ¿cómo había sabido su pequeña hija que él murió en primer lugar? Se supone que eso fue antes de su nacimiento. Antes de que ella apareciera en sus sueños. ¿Por qué creía ella que él había muerto? ¿Y qué significaba eso del alma de todos modos?

Las lágrimas en los ojos de la niña mientras se abrazaban todavía destrozaban el corazón de Jason. Se sentía destrozado y como si fuera un fracaso por no poder hacer nada para ayudarla; el sentimiento solo empeoró a medida que transcurría el día y fue peor incluso durante las patrullas.

"¿Tienes hijos?" Red Hood le había preguntado a un ladrón después de haber golpeado y mientras esperaban a la policía.

"Sí." Le había respondido él hombre.

"¿No odias cuando lloran y no puedes hacer nada para arreglarlo? ¿Cómo cuando tienen el corazón roto y solo puedes abrazar a tu pequeña para consolarla?"

El ladrón- con el que Red Hood había sido particularmente brutal esa noche- asintió. "A veces solo quiero matar al pequeño bastardo que le rompió el corazón a mi hijita. Ella tiene quince años y las cosas del amor lo son todo para ella." Le dijo al justiciero. "Pero son solo niños..."

Red Hood suspiró. "Si." Eran solo niños...

Y Marinette ni siquiera estaba llorando por eso en primer lugar. Romper con ese pequeño mocoso sol, Adrien (al que Jason no podía odiar ni, aunque lo intentara), ni siquiera pareció dolerle demasiado a la niña. Ella lloraba por otra cosa, por su muerte. Por la muerte de Jason. Y él hombre quería golpearse así mismo por haber hecho llorar a Marinette, incluso si ni siquiera era su culpa en primer lugar. Morir no fue su decisión. Sin embargo, él todavía podía ir y golpear al Joker si lo encontraba... solo para desquitarse. Después de todo, fue Joker quien lo mató y fue por eso que su pequeña Marinette estaba triste, ¿no? Nadie podría decirle nada. Y si mataba al Joker... bueno, ¿Quién podría culparlo? Jason solo estaría haciendo justicia de todos modos.

"Espera, ¿Tienes hijos?" El ladrón le había preguntado.

Pero Red Hood solo lo golpeó dejándolo inconsciente mientras suspiraba por enésima vez en el día y miraba al cielo nocturno.

Nightwing preguntó si todo estaba con él después de eso. Aparentemente, Jason fue demasiado agresivo, o al menos fue más violento de lo acostumbrado con un simple ladrón de bancos.

Luego todos preguntaron si los niños de los orfanatos en Crime Alley estaban bien, puesto que, aparentemente, habían escuchado su conversación con el ladrón. Jason decidió no decir nada e irse directamente a una de sus casas seguras esa noche.

Nadie lo molestó después de eso.

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Jason estaba preocupado. Marinette seguía y seguía llorando cada vez que se veían en sueños; ella parecía preocupada y desgastada. Se veía más frágil que nunca, como si tuviera el peso del mundo sobre sus hombros. Fue como verse así mismo a la edad de Marinette mientras era Robin; fue como ver a cualquiera de sus hermanos e incluso a Bruce cuando actuaban para proteger a la ciudad y al mundo. Y eso lo asustó.

Fue peor cuando la niña le confesó que era una heroína. El mundo de Jason, tanto el onírico como el real, pareció desquebrajarse y sumirse en un caos total. Su hija era una heroína. Su hija de catorce años. Su hija, una niña... su pequeña bebé: una heroína.

Inefable: El renacimiento de una heroínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora