Capítulo 4: La que sucedió y lo que sucederá.

1.1K 116 30
                                    

Ella falló.

Después de días repetidos, después de largas horas, después de palizas ininterrumpidas, ella falló.

Y la culpa la carcome viva por eso, cada día, cada hora y a cada momento.

La culpa la llena, no se va. No se detiene. Nunca se detiene.

Habían muerto. Todos en parís habían muerto. Sus padres, sus amigos... Chat Noir. Incluso Chat Noir habían muerto. Y todo había sido su culpa. Ella no merecía ser Ladybug, pero no había nadie más que pudiera ser Ladybug más que ella; fue porque su alma resonaba al ritmo de la creación. Ella era la reencarnación de la creación, por lo que era, de hecho, la poseedora legitima del milagro de la Mariquita. Pero Marinette sabía que no merecía serlo incluso si Tikki y Plagg, y todos los Kwamis le decían que lo merecía.

Ella simplemente no fue suficiente. Nunca lo era.

Inmersa en aquella espiral de autodesprecio, Marinette se permitió caminar por aquella ciudad desconocida a la que Kaalki los había traído en un intento de escapar de aquel Akuma para poder recuperarse.

La situación en Paris fue terrible. El Akuma era más despiadado que cualquier otro, fue incluso peor que Syren o Chat Blanc. Y lo peor es que se estaba extendiendo al resto del mundo.

"¿Dónde estamos?" Marinette le preguntó al Kwami del caballo, mientras se abrazaba así misma en un intento de recuperar el calor. Estaba herida, débil y su indestructible traje moteado estaba sucio y manchado con la sangre de los Parisinos que ella no pudo salvar.

Tenía la sangre de Chat Noir, de Adrien, en sus manos y parte de su rostro. Y todo fue por su propia culpa.

"En un lugar seguro." Kaalki le respondió, mientras se acurrucaba contra su cuello. "O Fluff dijo que lo era."

Marinette se limpió las lágrimas de la cara mientras se movía por la ciudad. Era oscura, tenebrosa... y parecía llena de la energía del caos. Era...

"Esto es Gotham."

Genial. De todos los malditos lugares ella terminó en Gotham. El maldito Gotham, lugar donde residía Batman y donde ella había tenido problemas la ultima vez.

Ella balanceo su yo-yo, moviéndolo ágilmente para enredarlo en una de las bigas de los edificios y luego comenzar a saltar, moviéndose hasta llegar a la torre Wayne. Ella sabía que Batman aparecería pronto. Él siempre lo hacía. Él lo hizo la ultima vez que ella apareció en uno de los tejados de Gotham, y de hecho, fue él mismo Batman quien le dijo que aterrizara en la azotea de la torre Wayne si alguna vez necesitaba ayuda.

Y ella necesitaba ayuda ahora.

Marinette esperó. Esperó y esperó, y esperó mientras se acurrucaba sentada junto a una pared en la azotea de la torre Wayne. Sus rodillas pegadas a su pecho, ocultando su rostro entre estás mientras se hundía en la culpa, la agonía y el miedo.

"Ladybug." Una voz la llamó.

Marinette, no, Ladybug levantó la cabeza para mirar al hombre. No estaba solo. Robin y Nigthwing estaban con él, pero Ladybug solo tuvo ojos para el justiciero de negro.

"Batman." Ella susurró en voz baja.

"¿Qué haces aquí?" Él hombre la analizó, notando la sangre, la suciedad y las heridas sobre ella. Batman se puso rígido, esperando lo peor.

"Los maté." Ella dijo. Hubo un jadeó, posiblemente Nigthwing.

Lo peor había sucedido.

La mirada de Batman se endureció. "Explícate." Ordenó con voz dura.

Inefable: El renacimiento de una heroínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora