Un robo sin importancia (+18)

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¡Hola!

Los personajes de la historia, Ruga y Leo, pertenecen a Alba (@kalisdice) de su novela: Cuando vimos la luz. Si quieres conocer más sobre ella visita su perfil que se encuentra al final de la página ^_^ 

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     Sentía el corazón a punto de salírsele por la boca, cada latido que le retumbaba detrás de las orejas y la respiración acelerada que hacía que se le secasen los labios a más velocidad. Sujetaba la mano de Leo con fuerza para no dejarlo escapar, para que llegase con él, y de las pocas veces que le podía mirar de reojo le veía también jadeante, casi con la lengua fuera.

     No, no estaban follando, estaban huyendo. Más le gustaría.

     —¡R-Ru! —le llamó, pero él hizo caso omiso.

     Cruzó unas cuantas calles más, se coló por un callejón por el que pensó por un momento que Leo no entraría, y al final llegaron al refugio, a casa. Apremió a su compañero para que abriese, pero en un primer momento no parecía ni atinar con la llave correcta hasta que al fin la puerta cedió y entró, dejando que fuese Ruga quien cerrase tras ellos dos.

     Este sacó enseguida del bolsillo de la sudadera una cartera negra y ojeó el interior mientras se movía nervioso por el salón. Según iba contando iba ampliando la sonrisa hasta que finalmente se echó sobre el sofá, triunfal.

     —Hostias, Leo, con esto tenemos para una cena de las buenas, incluso sobraría para... yo que sé, unos zapatos nuevos y todo. —Prioridades, ante todo.

     Pero Leo no contestó. Así que Ruga alzó la cabeza con el ceño fruncido y se fijó en que él seguía ahí de pie en el mismo sitio, con la vista puesta en algún punto que no sabría discernir, con el pecho hinchado y la respiración acelerada.

     —Oye, ¿estás bien? —Ladeó la cabeza a un lado con una sonrisa, intentando ponerse delante de sus ojos—. No te habré roto o algo por el estilo, ¿no?

     Soltó una pequeña carcajada, pero en cuanto Leo ni siquiera pestañeó y seguía igual de serio Ruga se levantó enseguida, tirando la cartera sobre el sofá. Se colocó frente a él y alzó ambas manos para obligarle por un segundo a mirarle, algo que pareció hacerle reaccionar al menos.

     —Lo-lo que hemos hecho... —Tragó saliva y negó con la cabeza con suavidad—. Está mal. Has robado. Hemos robado—. Se corrigió, fijando la vista en Ruga y en sus ojos como el cielo.

     Este se quedó en silencio solo un par de segundos y al final bufó un poco, soltando el aire mientras se apartaba.

     —Me habías asustado, hostias. —Volvió la vista al sofá y a la cartera para seguir disfrutando de su botín, pero enseguida buscó los ojos oscuros de Leo, que parecían más pequeños ahora que él no dejaba de rehuir su mirada—. Ey.

     Le tomó del jersey con ambas manos para atraerle y lo que acabó haciendo fue deslizar la lengua por todo su cuello hasta casi llegar a la oreja. Leo se estremeció, incluso soltó un suave jadeo involuntario antes de mirarle directamente.

     —Aquí estás. —Sonrió triunfal, mordiéndose el labio inferior—. Pensaba que te estaba perdiendo.

     —N-no, es que... Ruga, deberíamos...

     Pero este volvió a ponerse de puntillas para morder esta vez su cuello, sintiendo de nuevo la sal de su sudor recorriendo la piel. Alzó una mano para tomarle de la nuca e inclinarle lo justo, porque parecía un armario inmóvil en mitad del salón. Al final cedió y Ruga sabía bien que estaba apretando los labios, conteniéndose, porque no le escuchaba jadear, así que se apartó para mirarle, fijándose en cómo el color iba subiéndosele a las mejillas hasta volverle rojo y le observaba con los ojos bien abiertos.

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