¡Hola!
Los personajes de la historia, Ruga y Leo, pertenecen a Alba (@kalisdice) de su novela: Cuando vimos la luz. Si quieres conocer más sobre ella visita su perfil que se encuentra al final de la página ^_^
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Violette les había traído algo de cena, por lo que no tuvieron ni que molestarse en cocinar nada esa noche y, aunque en el fondo habían descubierto una nueva actividad apasionante y que les relajaba juntos, ese día habían decidido tomárselo como un auténtico descanso. Estaban en la cama antes incluso de que tuviesen sueño o, al menos, Leo lo estaba. Acostado bajo las sábanas esperaba a que Ruga saliera del baño, esbozando una amplia sonrisa cuando escuchó la puerta y el moreno dio unos pasos rápidos para reunirse con su compañero.
—Tienes los pies helados —dijo el grandullón cuando Ruga empezó a hacerse un hueco a su lado, moviéndose más de la cuenta.
—Culpa al suelo. —Se encogió de hombros y pegó la planta del pie en el gemelo de Leo, provocando que este se sobresaltase.
—¡Ga! —Soltó con una risa para luego echarse sobre él y abrazarle.
—Era para que me calentases. —Arqueó la ceja mirándole entre sus brazos, esperando algún tipo de respuesta. Que lo entienda como quisiera entenderlo.
Pero Leo no se sonrojó ni cogió el doble sentido que Ruga pretendía darle, si no que incluso se incorporó y bajó una mano rozando sus piernas para tomarle el pie. Lo frotó con cariño, dándole calor con sus grandes manos. El moreno podría haber soltado algún comentario, pero en cambio se quedó fijo en cómo, de cierta forma, le mimaba. Nunca dejaba de hacerlo.
—Creo que ya están bien —susurró, tomándole de la camiseta para que se recostase de nuevo en la cama a su lado—. Mi héroe —dijo de forma melodramática, solo para esconder lo que verdaderamente pensaba.
Buscó sus labios para disfrutar de ellos un poco, de cómo Leo cada vez le respondía con algo más de soltura, pero sin nunca dejar de ser él. Siempre tan delicado, cariñoso, pendiente de él hasta el mínimo detalle, procurando que nunca se hiciese daño. Era por eso por lo que creía que, por una vez, podría devolverle todo eso. Aún tenían que hablarlo, pero de momento unos besos no hacían mal a nadie.
Pronto quedaron enredados entre las sábanas mientras sus lenguas jugaban. Ruga no dejaba de acariciar el cabello claro de su compañero, como si tuviese miedo de bajar y, como un espejo, Leo hacía lo mismo. Tal vez es que solo quería besos y así estaba bien, aunque el cosquilleo que el rubio iba sintiendo le pedía más. Fue por eso que se envalentonó a bajar la mano, primero por el cuello, el hombro y, en lugar de dirigirse al brazo, fue por su pecho muy poco a poco. Había aprendido a acariciar, como Ruga hacía con él, con la yema de los dedos y notando cómo la piel se le erizaba.
Un pequeño mordisco nervioso en el labio provocó que Leo se sonrojase al escapársele un jadeo, pero ni aún con esas Ruga dijo nada. Así que se detuvo, apoyando simplemente la mano en la cadera.
—Ru, ¿estás bien? —preguntó algo confundido. Nunca había visto al moreno siendo tan, de alguna forma, pasivo—. Podemos dormir si es lo que tú prefieres. —Aunque recordaba que había sido él quien comenzó con los besos.
Se quedaron mirándose unos segundos, en silencio, algo que para Leo se le hacía hasta extraño, pero Ruga negó con la cabeza y sacó la lengua para lamer sus labios, tentándole a seguir. Y obedeció, claro que lo hizo, porque estaba deseando sentir el calor de su cuerpo junto a él una vez más. El moreno iba estremeciéndose a medida que los dedos de Leo bajaban más, sintiendo el corazón latiéndole un poco más rápido. Hasta que llegó a su entrepierna y Leo paró en seco, apartándose de sus labios confundido y con los ojos abiertos de par en par.
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Portafolio de Comisiones
Random¿Quieres dar vida a tus OC's en un mundo nuevo, llevarles de escapada romántica o probar cómo habría sido si hubiesen tomado otra decisión? No se lo pidas a una IA, ¡pídemelo a mí! Por un módico precio puedo escribir para ti la historia que desees...