Aquella mañana de sábado llegó más pronto de lo que esperó, ciertamente él había tomado la decisión de dejar de esconderse bajo una piedra y abrirse nuevamente a su propia vida, pero después de cinco años de aislamiento auto impuesto su habilidad para socializar se veía definitivamente comprometida.
Había pasado largas horas de la tarde anterior luchando con el deseo interno de largarse de aquella tienda de cuidado y accesorios infantiles y prenatales mientras intentaba escoger el presente perfecto para llevar a la fiesta de revelación. Tuvo que pedir ayuda a su hermana finalmente, y las encargadas de la tienda fueron muy amables con su larga lista de desconocimiento. Al final, y disponiendo de toda la ayuda a la que pudo recurrir él se decidió por un conjunto de ropa para bebés y un kit súper chulo de pañales y accesorios con forma de elefante.
El peso de la bolsa en su mano lo hizo sentir orgulloso de su regalo, quizá más bien por las horas que pasó escogiéndolo a pesar de toda la guía que recibió, y por supuesto con la pobreza de sus habilidades sociales eso era mucho para él.
Entonces recordó la charla telefónica que tuvo en la mañana con la señora Ortiz, ella le dijo que se sentiría nervioso, incluso asustado, pero que la satisfacción de su actuar estaría allí también.
Aiden definitivamente estaba nervioso, rígido y estático frente a la edificación de la dirección enviada por Julia aquella tarde, su cuerpo metido en un traje negro que le quedaba como un guante, y su cabello castaño perfectamente peinado. Sabía que se veía bien, las miradas indiscretas de todas las mujeres que pasaron por su lado lo dejaba más que claro.
Casi quiso meter su cabeza bajo la tierra cuando notó un detalle al que no había prestado atención antes.
Todos vestían de blanco.
Su corazón estaba latiendo frenético en su pecho y los nervios se lo tragaron entero cuando hizo contacto visual con un par de personas a la distancia. Su ansiedad escaló tanto que por un efímero segundo él contempló la idea de darse la vuelta y regresar por dónde vino.
__Aiden?!_ aquella conocida voz lo hizo alzar la mirada y buscar el origen de dicha voz, no pudo sofocar la sonrisa que alzó sus comisuras cuando la vio __Oh por dios Aiden!_ chilló la joven mujer.
__Sam!_ él corrió hacia ella al ver sus intenciones de correr en su dirección.
La castaña vestía un vestido blanco holgado que cubría hasta sus rodillas y en sus pies unas sandalias simples. Su cabello largo estaba trenzado bellamente y caía sobre su hombro, sus cejas castañas se alzaron cuando lo tuvo delante y las pecas en sus mejillas cuando sonrió. Pero definitivamente lo más llamativo de su aspecto era la protuberancia en su vientre.
Aiden sonrió cuando ella lo abrazó con tanta fuerza, tal y como si llevara largos años deseando estrecharlo entre sus brazos.
__Aiden estoy tan feliz de verte, no puedo creer que estás aquí de verdad_ los ojos verdes de Sam se iluminaron en lágrimas cuando se apartó solo un poco para ver el rostro de Aiden__En verdad eres tú?_ indagó ella conteniendo las lágrimas mientras deslizaba la palma de su mano con suavidad sobre la mejilla de Aiden.
__Claro que soy yo. Quién más vendría enteramente de negro cuando la temática es blanco?_ dijo él con gracia secando con suavidad las lágrimas que lograron escapar de los ojos verdes de Sam, ella rió bajito.
__No eres el único que ha venido de negro en realidad _ ella bufó haciendo un puchero cuando vio a Julia a la distancia.
__Hey! Creí que te habías perdido o algo y resulta que estuviste de pie frente a la entrada todo este tiempo? _ la voz de Julia lo hizo reír, pero no pudo evitar reír aún más alto cuando reparó en la vestimenta de su antigua manager.
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All we need is a cliche/BL/
RomanceElla se fue en verano, y ese verano fue el más frío de su existencia, el dolor de la pérdida estrujó su corazón de forma cruel. El verano después de ella, fue un infierno de dolor y recuerdos, un verano de tortura. Un verano de pensamientos y deliri...