La desolación de los últimos días podría volver loco a cualquiera, la gente cuando me mira pasar solo hace gestos de desagrado y me ignoran, porque no tengo donde caerme muerto. Si estuviera más o menos decente ya me hubieran encerrado en un manicomio.
He estado vagando por las calles, con la cabeza gacha igual que mi espíritu. Ya no tenía nada por lo que luchar, conseguía alimento, pero apenas contaba las fuerzas para comer, un nudo en la garganta me impide hacerlo, y que me matara de a poco si otra cosa no se le adelanta.
Los días transcurrieron sin un control de tiempo, unas veces corrían tan deprisa que parecían un video en cámara rápida, y otras daba la impresión de que antes de la puesta de sol, ya habían pasado tres jornadas enteras.
Mi deteriorado estado, no solo no podía comer; sino que, sumado a mi situación en donde no me doy el lujo de limpiar mi ropa y cambiarla, era más que descuidado cuando andaba por ahí sin rumbo.
Hoy en particular, voy caminando por una calle muy concurrida viendo los múltiples establecimientos de comida rápida, dulces y demás. Sabía que se acostumbraba a votar los alimentos que ya no era muy reciente, y ya que tengo hambre seleccionó a cuál callejón de qué establecimiento entro, termino eligiendo un restaurante de hamburguesas.
Al buscar en los contenedores de basura, encuentro varías piezas de pan con carne, inclusive llego a hallar algunas enteras e intactas. De todas esas, no me decido por ninguna, están llenas de cucarachas y moho, la mayoría. La puerta que da al interior del establecimiento se abre, yo me camuflo con las bolsas de basura.
Veo a un muchacho joven salir del local, lleva el uniforme con el logo, por ende debe ser empleado de aquí. Trae consigo unas bolsas negras, las cuales vacía en el contenedor, cuando regresar adentro del restaurante, aprovecho y saldo de mi escondite para revisar lo que han tirado.
De todo el desperdicio, tomo una hamburguesa especial en perfecto estado, la saco y la sacudo y me siento en una esquina para poder comérmela. Antes de darle la primera mordida escucho un maullido, y en efecto era un gato carey: manchas blancas, negras, y marrones de distintos tonos.
Se acerca a mí, con la elegancia felina que poseen, asimilo de manera rápida que quiere que lo alimenté.
‒ No, esta es mía, en la basura hay más —hablo con él, y le explico como si pudiera entenderme. Es obvio que no comprendió cuando le dije que se alejara, porque en menos de un segundo salta encima de mí; atacándome, arañándome con tus garras. Yo en un intento por defenderme, dejo desprotegido mi almuerzo, el animal logra lo que quiere y veloz me arranca la hamburguesa de las manos.
De la misma manera, lo persigo para recuperar mi comida. No me puedo acercar demasiado, sino el gato me rasguña; sin embargo, no hay "pero" que valga cuando se trata de saciar el hambre, así que sin mucho sigilo que abalanzo sobre el felino, con cuidado de que no me llegue a arrancar los ojos, haciendo que de un esfuerzo inútil atacando mi brazo. Termina en fracaso mi intento de salvarme el día, porque entre tanto movimiento la hamburguesa quedo desmoronada, ya solo la podía disfrutar el gato. Me siento idiota por pelear con un animal por comida, sabiendo qué hay más en los contenedores de basura; pero, esa en especial tenía ingredientes extras, que ahora le pertenecen al suelo y al gato.
Regreso al callejón, y vuelvo a rebuscar entre la basura, en eso, me percató algo inusual. No había notado nada sospechoso en la primera hamburguesa, pero al ver el resto de cerca y con más detalle observo que todas están cubiertas en pequeña cantidad por un polvo blanco, y no parece que lo hayan contraído de la basura, no pruebo ni un bocado por seguridad, aunque sí me arriesgo a oler. No tiene un olor aparente.
Sospecho que no se debe tratar de nada importante, en eso veo a varias ratas tiradas en el suelo a muy poca distancia de los contenedores, hay un camino de migajas que lleva a cada una de ellas, y al lado de todas hay alimentos a medio comer, de inmediato intuyo que el polvo blanco es veneno.
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Jaque Mate A La Vida
ActionDesde pequeño, el ajedrez fue en lo único que era bueno y le servía de distracción de su mundo; ahora después de grande, es lo único que le queda cuando el mundo se le viene encima, después de haber perdido todo lo que quería, a sus hijos, a su muje...