3.- Agresividad.

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Kaida arrugó su nariz, una expresión de disgusto marcando su rostro al escuchar el nombre de Midoriya como el nuevo presidente de la clase. No podía evitar pensar que él no era el candidato ideal para liderar a un grupo de jóvenes revoltosos, ruidosos, con poderes en pleno desarrollo y nulo sentido de autoridad. Aunque no tenía nada personal en contra de él, su comportamiento nervioso y vacilante frente a la clase no le inspiraba confianza. Si fuera por ella, habría elegido a varios antes que a él. Pero bueno, ¿Qué le podía hacer?.

Sero estaba recargado en las rejas de la azotea, disfrutando de la tranquila brisa que acariciaba su rostro. El viento soplaba con una suavidad que parecía irreal, trayendo consigo el aroma fresco de la mañana y el susurro de los árboles debajo de ellos. Mina y Denki estaban sentados en el suelo junto a ella y  cada bocado de su almuerzo pareciera más delicioso bajo la amabilidad de la luz matutina. Por un segundo sintió una chispa de optimismo, quizá su hermano si que tenía algo de razón y las cosas en la escuela no iban a ser tan malas despues de todo. 

De hecho, se sentía como en una de esas caricaturas que tanto le gustaban a Alba, con los petalos de los cerezos aun dando vueltas por ahí y todos con sus bonitos uniformes. Observó su telefono con algo de aburrimiento, ¿Qué podrían estar haciendo los vagos de sus hermanos?.

- ¡Yo voté por mí! – chilló Mina con una carcajada.

- ¡Tambien yo! Pensaba proponer un día de ropa casual a la semana - Denki se unió a la risa, y los tres pares de ojos se volvieron hacia Ishibashi. Ella soltó su celular, sintiendo la presión de los codazos de Mina.

- Ay no, que flojera hacer de niñera de gente como ustedes, yo voté por Yaoyorozu; el otro día, en el entrenamiento me di cuenta de que es muy lista y analítica, mm... - sorbió de su cajita de jugo – además, es alta y muy bonita, para mi era la mejor candidata – la risa de Sero no se hizo esperar - ¿Qué?

- ¿Alta? No inventes, eso no tiene nada que ver.

- ¿Realmente respetarías una orden de Mineta? – murmuró arqueando una ceja, el pelinegro no dudó en darle la razón – ella es muy seria, yo quería que ganara, pero bueno, fueron cuatro votos a tres, arriba la democracia. 

La apacible atmósfera en la azotea se vio abruptamente interrumpida cuando la alarma resonó junto a una sirena roja parpadeando frenéticamente en la puerta de acceso. El estridente sonido cortó el aire como una cuchilla afilada, ensordecía a los jóvenes y teñía de urgencia el, hasta ahora, sereno día. Ishibashi, instintivamente, se puso de pie y tiró del brazo de Mina, obligándola a avanzar frente a ella. Algo se sentía mal, pero raro, había un olor extraño en el aire, algo metálico.

Mina tenía los ojos abiertos de par en par, brillantes de miedo. La saliba no le pasaba, pero tampoco podía sacar el grito que se le había quedado atorado en la garganta.

Violación del nivel tres de seguridad. Estudiantes, evacuen de inmediato.

Ellos, junto a los demás pequeños grupos en el lugar, no dudaron en bajar a paso veloz las escaleras. Los pasillos estaban repletos, la mano de la chica con cuernos se aferraba fuerte a la suya, todos parecían asustados y sumando la incertidumbre, la gente se movía frenética alrededor de los cuatro, los cuerpos los aplastaban, los sofocaban. Kaida sentía que el corazón le latía en la orejas, no podía jalar suficiente aire. Se vomitaría si seguía ahí.

Lograron llegar a unas escaleras un poco menos concurridas, sintiéndose al fin respirar al parar en el descanso con camino al piso de abajo. La alerta seguía lastimando sus oídos, pero al menos, ya no sentía que pronto serían comidos por una enorme ola de gente. La niña rosa volteó a sus compañeros con la esperanza de encontrar consuelo en sus rostros, pero todos parecían tan asustados como ella. Kaida estiró una mano en medio de los cuatro, generando una brisa fresca que la hacía sentirse un poco menos agobiada. Odiaba tanto ese sentimiento claustrofóbico, le daba más miedo que la maldita alarma sobre sus cabezas.

Taste of Gale ||Katsuki Bakugou||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora