Capítulo 4 Sombras y Pistas

9 1 0
                                    

El otoño en Nueva Orleans teñía las calles de tonos ocre y dorado, un contraste marcado con la oscuridad que se cernía sobre la ciudad. Había pasado más de una semana desde que Vanessa y Alastor se habían visto por última vez, su encuentro truncado por aquella discusión sobre el ataque del misterioso hombre. Desde entonces, un silencio tenso se había instalado entre ambos, cada uno sumido en sus propios pensamientos y sospechas.

Vanessa, con su característica determinación, se había propuesto desentrañar la verdad que rodeaba al enigmático locutor. Cada día, tras terminar su turno en el hospital, se sumergía en una investigación que parecía no tener fin. Libros, periódicos, rumores... todo era objeto de su escrutinio. Sin embargo, para su frustración, cada pista prometedora la conducía invariablemente a un callejón sin salida.

Una tarde, mientras escuchaba distraídamente la radio en su habitacion, algo captó su atención. La voz de Alastor, suave y carismática como siempre, resonaba a través del aparato. Pero esta vez, Vanessa notó algo que antes había pasado por alto. Mientras otras emisoras se limitaban a informar sobre los acontecimientos del día, Alastor hacía algo más... inquietante.

— Y ahora, queridos oyentes,— Decía con un tono que oscilaba entre la diversión y lo siniestro— ¿Quién será el próximo en desaparecer en nuestra querida ciudad? ¿Tal vez ese anciano que vive solo en la calle Bourbon? ¿O quizás esa joven mesera del café de la esquina? ¡Sintonicen mañana para descubrirlo!

Vanessa sintió un escalofrío recorrer su espalda. No era la primera vez que escuchaba a Alastor hacer estas "predicciones", pero ahora, con la sospecha arraigada en su mente, cada palabra adquiría un nuevo y terrible significado. Lo más perturbador era que, invariablemente, sus predicciones se cumplían.

Decidida a llegar al fondo del asunto, la joven médica se dirigió a la biblioteca pública. El edificio, una imponente estructura de estilo neoclásico, albergaba en su interior un vasto archivo de periódicos y documentos históricos. Vanessa pasó horas sumergida entre estanterías polvorientas y archivos de periodicos y documentos antiguos, buscando cualquier información relacionada con el infame "Demonio de Nueva Orleans".

Los casos se remontaban a siete años atrás. Al principio, eran esporádicos: una desaparición aquí, un cuerpo mutilado allá. Pero con el paso del tiempo, la frecuencia y la brutalidad de los crímenes habían aumentado de manera alarmante. Vanessa trazó una línea temporal en su cuaderno, notando con horror cómo los puntos que representaban cada incidente se agrupaban cada vez más.

— Cincuenta y dos— Murmuró para sí misma, contando las marcas correspondientes al año en curso. Cincuenta y dos vidas perdidas, cincuenta y dos familias destrozadas.

El reloj de la biblioteca marcó las nueve de la noche, sobresaltando a Vanessa. La ayudante de la bibliotecaria se acercó con paso cansado.

— Lo siento, señorita, pero tenemos que cerrar.

Con un suspiro de frustración, Vanessa recogió sus notas y devolvió los periódicos a su lugar. Salió a la calle, donde el aire fresco de la noche contrastaba con el ambiente cargado de la biblioteca. Mientras caminaba hacia su casa, su mente no dejaba de dar vueltas a la información que había recopilado.

"¿Podría ser Alastor el asesino?", se preguntaba. "¿O quizás es algún tipo de cómplice?" La idea le provocaba sentimientos encontrados. Por un lado, la posibilidad de que su nuevo amigo fuera un asesino en serie la horrorizaba. Por otro, una parte de ella, una parte que prefería mantener oculta, se sentía extrañamente fascinada.

Tan absorta estaba en sus pensamientos que no notó la figura que se acercaba hasta que una voz masculina la sobresaltó:

— ¡Oye tú! ¡Pelirroja!

Pacto de almas (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora