Los últimos rayos del sol se desvanecían en el horizonte cuando Alastor y Vanessa permanecían sentados en el salón. El joven locutor dejó su taza vacía sobre la mesita frente a él, una sonrisa triunfante dibujada en su rostro. La joven, por su parte, sentía una gota de sudor frío recorrer su frente y mejilla, el pánico apoderándose lentamente de ella.
— ¿Vas... a delatarnos?— Preguntó la joven pelirroja, su voz apenas un susurro.
Dejó escapar una sonora carcajada que resonó en la habitación.
— Cuando lo descubrí, no tenía muy claro qué hacer con esa información— Comenzó, inclinándose hacia adelante—. Pero ahora, la situación es un poco diferente. Ambos sabemos cosas del otro que no deberían salir a la luz. Así que te propongo: si tú no dices nada, yo no digo nada. Es justo, ¿no crees?
La joven lo miró con desconfianza.
— ¿Cómo sé que puedo fiarme de ti?
— Ahí está la cosa, querida.— Respondió él, su sonrisa ensanchándose— Solo puedes confiar en mí.
Vanessa frunció el ceño, consciente de su desventaja.
— No puedes simplemente decirme que confíe en ti y esperar que lo haga. Aquí quien está en peor situación soy yo.
El asintió, dándole la razón. Su mirada se desvió hacia el libro de vudú sobre la mesa, y una idea cruzó por la mente de Vanessa.
— ¿Crees que en este libro haya algún ritual que nos pueda ayudar?— Preguntó, sorprendiendo al locutor.
— Espera, ¿quieres hacer un ritual para obligarnos a mantener el trato?— Alastor alzó una ceja, intrigado— Creía que conociendo lo que hago, no querrías saber nada de vudú.
Ella se encogió de hombros.
— El problema no es el vudú. Hay rituales que no requieren de ninguna muerte y son hasta beneficiosos. Pero tú solo lo quieres para conseguir poder.
— Aburrido.— Respondió él, extendiendo la mano hacia el libro— ¿Me lo prestas?
Tras un momento de duda, se levantó y se sentó junto a él, abriendo el libro por el principio.
— Muy bien, como quieras.
El tomo era enorme, con más de 500 páginas repletas de rituales. Algunos estaban impresos, otros escritos a mano en los márgenes o en páginas en blanco. La joven nunca llegó a conocer a su madre, pero definitivamente no esperaba que se hubiera dedicado a este tipo de prácticas.
Pasaron largo rato leyendo ritual tras ritual, buscando algo que les fuera útil. Finalmente, Vanessa encontró algo prometedor.
— ¡Mira!— Exclamó— Aquí hay uno que utiliza la sangre de ambos. Podemos estipular reglas.
La curiosidad brilló en los ojos de Alastor.
— ¿Y qué sucede si alguien rompe las reglas?
Ella leyó con más detenimiento.
— Aquí explica que si uno de nosotros rompe alguna de esas reglas, su alma pertenecerá al otro. ¿Qué significa eso?
— Así que un pacto con nuestras almas en juego. Qué interesante.— Murmuró el locutor, su sonrisa volviéndose más pronunciada— El alma es lo que contiene nuestra esencia como personas. Es como una versión de ti, pero intangible. Permanece en nuestro interior cuando estamos vivos, pero al morir, abandona el cuerpo. Este ritual ata almas, no cuerpos, así que seguiría en pie incluso después de nuestra muerte. ¿Quieres estar atada a mí incluso en el más allá?
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Pacto de almas (Alastor y tu)
FanfictionNueva Orleans, 1924, un carismático locutor de radio con un pasatiempo fuera de lo común y una medico de buena familia que hacia horas extras en los negocios turbios de su padre, el siempre estaba sonriendo, ella jamás lo hacia, ambos con una vida a...