JIMIN
La mirada de mi madre me pedía a gritos que le diese una explicación. Era incapaz de desviar mis ojos de los suyos tan penetrantes. Me veía como si los míos fuesen una cueva oscura, buscando un poco de luz en ella.
—Es increíble que me llamen del instituto diciéndome que estás faltando a clases —replicó con un tono de voz duro.
Bajé mi vista tímidamente hasta los dedos de mis manos que estaban encima del banco de la cocina, entrelazándose nerviosamente. Inflé ambas mejillas tratando de restar la tensión que se esparcía por todo el ambiente en el que nos encontrábamos ambas.
Al parecer el maestro Hoffman me reportó por mi falta de ayer y la directora le llamó avisándole de mi ausencia en clases. Ahora estaba en medio de una discusión con ella en la cocina, exigiéndome un porqué que valiera la pena, por el cual había faltado a clases. Park ji-woo era muy estricta a la hora de hablar de mis estudios, siempre me repetía que eso sería lo único de lo que dependería mi futuro. Había estado trabajando tanto para poder pagar mis estudios y cada gota de sudor debía recompensárselo con el instituto.
No podía esconderme de su campo de visión en lo más mínimo.Apoyó su mano sobre la mesa y empezó a tocarla con las uñas de sus dedos, creando un sonido rítmico, haciéndome saber que esperaba una respuesta. Aquello solo aumentaba mis ganas de querer volverme chiquito y rodar en el suelo.
—Choi Park Jimin: estoy esperando una explicación — demandó enojada con mucha autoridad.
Mi nombre completo. Bien, siempre que usaba ese tono de voz junto a mi nombre completo es que el asunto iba en serio.
—Ese instituto está peor que preescolar. —Fue lo único que dije en un tono bajo recibiendo una mirada de desaprobación por parte suya.
—Jimin —mi madre reprendió con poca paciencia.
La estaba sacando de sus casillas. Tenía mucho temperamento y la perseverancia era algo que nunca perdía en medio de una discusión, fuese cualquier tema o conflicto.
—Lo siento mucho, ¿sí? —Me arrepentí. Y no mentía… O tal vez algo.
—Eso no basta, Jimin —suspiró relamiendo sus labios—. Sabes perfectamente que no me gusta que andes perdiendo las clases.
—La primera vez el profesor Hoffman no me dejó entrar, él me odia —me excusé, creando un mohín.
—Ay, Jimin, según tú a ti todos te odian. Ella puso los ojos en blanco.
—¡Él me odia aun más! —Alcé los brazos y dejé caer mí cabeza en la mesa.
—Claro —mi madre habló irónicamente—. Dime, ¿por qué has faltado ayer a literatura? Ni siquiera te apareciste en la puerta del aula.
—Porque obviamente no lo haría, ya era un cuarto de hora tarde y solo son cinco minutos de tolerancia. No quería otra humillación, ya van tres en la semana y tengo permitidas dos.
—Ah, ¿te permites humillar? —se burló.
—A veces me reto, —respondí.
Parpadeó varias veces y elevó su mano a la altura de su hombro.
—Eres difícil.
A pesar de que no entendiera el sentido de sus palabras, le sonreí orgulloso. Mamá prefirió guardar silencio y coger su bolso, buscando algo dentro.
—¿Qué haces? —pregunté.
—Busco mi celular —respondió mirando hacia los lados, dibujando un ceño fruncido.
ESTÁS LEYENDO
BOULEVARD
FanfictionEstá historia es solo una adaptación El verdadero libro es Flor M. Salvador