Cuando abro los ojos, me doy cuenta que el cuerpo de B está a mi lado en mi cama. El yogurt de la noche anterior se convirtió en una noche de películas, y ahora dudaba el hecho de que quisiéramos ir a trabajar, sin embargo, era sábado, solo íbamos casi cuatro horas y era el comienzo de nuestro fin de semana.
-¿Vas a ir a Londres? –me pregunta B una vez esta lista con la ropa que guarda en un espacio de mi closet, después de todo si es una amiga cercana.
-Creo que sí, no me apunte a Paris.
Paris, mañana sale Theodoro y tal vez con unas cuantas personas de Vogue. Y aquí es cuando recuerdo que trabajo en el mismo edifico de Theodoro, por lo cual, tener que verlo hoy.
La hora siguiente se consume en una caminata hasta Vogue, justo cuando llegamos son las ocho de la mañana, y es cuando comienza otro terrible día en la oficina. Como a casi una hora de acabar no encuentro nada más que hacer, entro a la página en la que vi hace unas semanas la enorme mentira sobre Theodoro y yo. Parezco una adolescente queriendo creer que todo esto sea verdad, claro que no, soy una loca demente suelta, claro que no va a ser real.
Veo las fotos de esa tarde cuando salimos del café, nos quedamos discutiendo en la calle por un rato sin hacer caso a los rumores, no era la única loca en el mundo, todos estos desocupados que viven de especular las vidas, ellos si son unos locos.
No paro de reírme mientras veo esas fotos, estaba tan furiosa ese día, y él parece tan confundido al escucharme hablar. A pesar de que todo lo dejo claro en su oficina, no evito imprimir la imagen en la que él hace los signos de comilla con sus dedos, y a pesar de los malos momentos, no evito reírme.
Tomo la imagen cuando sale de la impresora, la doblo y la meto en el bolso.
Sigo bajando entre lo que respecta a los chismes de Theodoro, y las fotos de él en el aeropuerto hacen que mi alma caiga al suelo. Llegue a pasarme la idea de que a medio día iba a pasar y tal vez al verme iba a cambiar su opinión, pero resulta que él está en un avión. Como no.
Me despido de B media hora antes de la debida, a ella parece no importarle y yo, tomo un taxi una vez dejo el edifico. Solo me encuentro llena de esperanza de que, Connor no se la haya llevado, no es justo que haga eso exactamente el día que me corresponde.
Agradezco que no haya una tonta nota pegada a la pared, por tanto, cuanto toco la puerta, Rita abre y me sonríe supongo que, con la mejor sonrisa que tiene.
-¿Cómo estas, pequeña?
Me agacho para rodearla con mis brazos y para mi sorpresa, ella me abraza.
-Papi no me quiere llevar a McDonalds.
-Debes de comer saludable, Rita, ya hablamos de eso –Connor baja las escaleras y me mira esperando que abandone su casa.
-¡Pero papi! ¡Es una hamburguesa!
Rita le grita más frustrada de lo que parece y debo morder mi lengua para no soltar una carcajada.
-No me grites, Rita. Y April no la lleves a McDonalds.
-Como digas.
La menor me mira llena de ira y, cuando voy a tomar su mano para poder irnos, no me la da y sale sin despedirse de Connor.
-A las cinco, el frio no la ayuda con su dolor.
-Ajá.
Cierro la puerta dejando al rubio con las palabras a punto de salir. Rita me lleva la ventaja y ya está caminando por el sendero para llegar a la principal, así que me toca caminar más rápido para alcanzarla.