Es hora de bajar, no puedo quedarme encerrada en la habitación de Theodoro todo el día, ya es demasiado con que él haya tenido que pasar la noche quien sabe en qué condiciones, pero yo pensaba irme, él fue el de la opción de dejarme dormir aquí.
Con solo su camisa en mi cuerpo, abro la puerta y paso por el puente. Gracias a la cascada, mis pequeños pasos son borrados con el ensordecedor sonido del agua. Bajo las escaleras y sujeto el vestido negro que aún está en el suelo junto con mi bolso. Sé que Theodoro está en la cocina y aún sigo realmente avergonzada. Con mi poco valor y la poca dignidad que me queda de la noche anterior, entro a la cocina, él está ya vestido con su traje y tomando café en la barra.
-Gracias por la noche, nos vemos –él me mira sin tener una palabra para pronunciar.
Sus ojos son más oscuros y su expresión, Dios, por primera vez para conmigo, es dura.
-Tomate un café y yo te llevo.
-De hecho voy a mi apartamento.
Hago un gesto para enseñar mi apariencia, estoy con su camisa y no pienso salir con el mismo vestido de ayer.
-Yo te llevo, al fin y al cabo vamos a la misma oficina.
-Seguro.
Me quedo allí parada mirando las paredes, dándole así a entender que no pienso tomar café. Él sin más remedio, deja su pocillo en la barra con un golpe más fuerte del que esperaba, pasa por mi lado y se pierde en las escaleras.
Oops.
No tomo más que un par de minutos y ya estaba en mi vestido negro y él ya estaba conmigo saliendo de su apartamento.
Fue en vano preguntarle si pensaba entrar conmigo, se bajó una vez yo lo hice. El silencio estaba consumiendo cada segundo que pasaba, pero ninguno tenía la menor intención de cambiar el rumbo que estábamos tomando.
A pesar de su tan eminente molestia, el corto trayecto en ascensor lo hizo lo menor bochornoso que pudo, teniendo su teléfono en la mano y pretendiendo contestar correos, no sabe disimular, en este asesor no hay señal.
Tome las llaves del bolso y abrí la puerta.
-No tengo un penthouse tan extraordinario como el tuyo, pero tengo una linda ventana y un increíble vista a Central Park.
Sonrió al girarme y dejarlo entrar, él solo asiente y permanece concentrado en su estúpido e inútil teléfono. Pongo mis ojos en blanco, sé que es en vano, él no me está prestando atención. Y esta vez, no recuerdo que son modales al tirar la puerta de mi habitación.
Joder, es como el resto de pila de hombres de Nueva York, buscando meterte dentro de tu piel en una sola noche. Soy April Hawkins, no voy a dejar que un hombre controle mi mundo con colocar mala cara al no querer acostarme con él. ¿Qué está mal con su cabeza?
Entro a la ducha por unos segundos y tomo la falda negra con una camisa blanca, agarro los mismos stilettos de ayer, son negros, ¡Cuánto color abunda hoy! Salgo y me encuentro por primera vez en la mañana, con una mirada cálida de Theodoro desde la barra de la cocina.
-¿Vamos?
Pregunto y él asiente tomando la iniciativa de salir de mi apartamento, su simple mirada de segundos anteriores me ha dejado en el limbo, ¿todo está bien?
Bajamos en el mismo silencio, pero es en su auto cuando finalmente se decide a hablarme.
-Estoy organizando Londres, ya sabes todo pago por Vogue ¿quieres venir?