My Little Pony: El Despertar de los Monstruos

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Sunny Starscout agitaba sus alas con tanta fuerza que casi sentía que se le iban a desprender en cualquier momento.

Sin embargo, sabía que debía hacer un enorme esfuerzo si quería llegar hasta el castillo en ruinas de Opaline lo más pronto posible. Tras la muerte de Discord, Sunny sentía en su interior una mezcla de furia y tristeza, para también un enorme deseo de venganza. Discord lo había dado todo hasta el final solo para ayudarle a ella a derrotar a Grogar... No dejaría que su muerte fuera en vano. Lo vengaría, y se aseguraría de hacer pagar a Grogar por lo que hizo.

El trecho entre Canterlot, donde Discord fue enterrado, y el castillo de Opaline era largo y tedioso, pero Sunny estaba dispuesta a recorrerlo. Sus alas le dolían como el infierno, y sentía que en cualquier momento iba a colapsar en medio aire... Pero no podía rendirse. Ya había llegado hasta aquí, y sus amigos la necesitaban todavía... No iba a rendirse estando tan cerca.

Cuando al fin avistó el castillo, rápidamente se lanzó en picada, antes de comenzar a planear poco a poco hasta aterrizar justo frente al castillo. Al otro lado de aquella puerta, se encontraba Grogar, esperando a que ella llegara y atravesara aquellas puertas para matarla... Claro que lo hacía.

Pero Sunny no planeaba dejarse vencer por el miedo bajo ninguna circunstancia. Así que, en cuanto aterrizó, tomó una bocanada de aire, y luego hizo brillar su cuerno intensamente para llamar la atención de los monstruos, pues ella sabía de sobra que ellos odiaban aquello.

Y su plan funcionó, pues pronto llegaron los monstruos y comenzaron a rodearla, como si estuvieran asechando a su presa. Sin embargo, eso es justo lo que Sunny quería que hicieran, pues ella sabía que no se iban a resistir a rodearla.

Ellos se creían los depredadores, pero en realidad eran la presa.

Así que, sin dilación, sin pensarlo dos veces, Sunny extendió sus alas y luego se lanzó hacia las sombras, siendo absorbida por la más grande, discutiblemente el líder que era un lobo, mientras que las demás se detenían y miraban a su líder en shock.

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Oscuridad. Una oscuridad arremolinada que era tan completa que Sunny apenas podía ver nada, aunque no es que hubiera nada que ver. Sopló un fuerte viento que desordenó su melena, pero no tenía idea de dónde venía ni hacia dónde se dirigía. Había algo como arena debajo de sus cascos, y flotaba en el aire, aplastándose en su pelaje y metiéndose debajo de sus cascos de la manera más incómoda. Sunny giró en círculos, tratando de orientarse.

Y entonces vio algo.

En la distancia, tan débil que apenas estaba segura de que fuera real, estaba la forma de un pony, de espaldas a ella, con los hombros encorvados mientras estaba sentado con la cabeza gacha, toda fuerza para luchar le había sido robada por la magia horrible del lobo, que Sunny podía sentir presionando contra ella.

El pony tenía un pelaje rojo brillante y una melena dorada, y Sunny sabía bien quién era...

—¿Sprout?

La cabeza del pony se levantó y él se giró para mirarla.

—¿Sunny?

Sunny asintió y dio un paso adelante.

Sprout se puso de pie y corrió hacia ella, pero antes de alcanzarla, zarcillos negros de sombra saltaron de la opresiva oscuridad y lo envolvieron, haciéndolo tropezar y derribándolo, cosa que hizo a Sunny jadear.

—Por mis estrellas... —Ella corrió a su lado, pero cada vez que se acercaba, los zarcillos se contraían, y Sprout gritaba de dolor, haciendo que Sunny se retirara apresuradamente para que se detuvieran.