El amor se cocina con paciencia

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- Okey... Tranquilo, Satoru... Hoy es el día.

- ¿Con quién estás hablando? - le pregunta Suguru entre curioso y divertido.

- Hablo conmigo mismo - dice con firmeza - Intentó darme ánimos ya que mi mejor amigo no hace más que leer su tonto libro.

- No es ningún "tonto" libro, Satoru - dice el peli negro mostrándole la portada - Es "Shakespeare enamorado". Deberías leerlo.

- Gracias, pero del único que estoy enamorado es de mi dulce Yuuji.

- Ni siquiera entendiste lo que te acabo de decir...

- Para después, Suguru, para después - acomodando su camisa y su cabello, se giró hacia su amigo y dijo - Mejor dime ¿Qué tal luzco?

Suguru observó de arriba a abajo al sonriente albino, para luego darle una mueca de desaprobación, desconcertando a su amigo.

- ¿Tan mal me veo? - dijo Satoru sin poder creerlo.

- No es eso, pero ¿No se supone que irán a la feria? Dime tú ¿Crees que esa es la ropa adecuada?

Satoru se observó en el espejo.

La camisa cara, el pantalón elegante, zapatos lustrosos y brillantes. No, definitivamente no era el estilo de alguien que va a la feria.

- Entonces ¿qué rayos me pongo?

- Vístete menos formal, con algo holgado. Haber... - dijo poniéndose de pie y dirigiéndose al armario - Veamos que puedes usar.

Por otro lado, el dulce Yuuji se encontraba en el mismo dilema...

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- Vamos, Yuuji, relájate - le decía Nobara mientras recibía la ropa que su amigo descartaba - No es como si te fuera a pedir matrimonio. Solo van a ir a la feria y ya. No tienes que buscar algo tan formal.

- Lo sé, lo sé, pero ¿Lo has visto? Gojo-senpai es alguien con mucho estilo - decía el pelirrosa rebuscando en la montaña de prendas que dejó sobre su cama - Es nuestra primera cita, y no quiero parecer una papa rosa a su lado.

Nobara sonrió enternecida, se puso de pie y lo ayudó a buscar. Se probó unas cuantas prendas, y cuando creyó tener la adecuada preguntó:

- ¿Qué tal me veo?

- ¡Nada mal! - dijo la castaña con un gesto de aprobación - ¿Tú qué opinas, Fushiguro?

El pelinegro que en todo ese tiempo había estado sentado en un rincón revisando su celular, observó a su compañero de arriba a abajo, con una expresión indescifrable.

- Yo digo que vaya con el uniforme de la preparatoria.

Silencio total.

El pobre Yuuji, que hasta hace un minuto se veía muy animado, se dejó caer sobre la ropa que había en su cama, resignado, a la vez que Nobara le lanzaba almohadazos al peli negro.

- ¡Eres un tarado! ¡Cómo se te ocurre decirle eso! ¿¡Qué no ves que necesita nuestro apoyo!?

- Por eso mismo le estoy hablando con la verdad - dijo el peli negro manteniendo su posición - No tiene nada de malo que los estudiantes de preparatoria vayan de paseo a una feria - dirigiéndose a Yuuji - Tan solo mírate, todo estresado por no saber qué ropa ponerte ¿Por qué mejor no le dices a Satoru que vayan después de la escuela? Así no tienes que cambiarte el uniforme y te quitas una preocupación encima.

- ¡¿Cómo le voy a decir eso si ya quedamos-...?!

Yuuji no pudo continuar debido a que el celular de Megumi interrumpió. Se trataba de una llamada de Yaga-sensei.

Fushiguro contestó, asintiendo a cada cosa que le decían del otro lado. Una vez que cortó la llamada se dirigió a sus dos compañeros.

- Tenemos una misión. Yaga-sensei nos busca con urgencia.

- ¿A los tres? - pregunta Yuuji, preocupado.

- A los tres - confirmó Fushiguro - Hay que darnos prisa

- ¡No es justo! Se supone que hoy es nuestro día libre - se quejó Nobara.

- "Los hechiceros no tenemos días libres." - recitó Fushiguro - Hay que irnos ya. Tal vez así consigas llegar a tiempo a tu cita.

Los tres amigos salieron de inmediato a encontrarse con su maestro. Por otro lado, no serían los únicos en ser mandados a llamar...

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- ¡Pero hoy es nuestro día libre! - exclamó Satoru con desesperación.

- Los hechiceros no tenemos días libres - dijo Yaga-sensei mientras les entregaba las carpetas con la información sobre su misión.

- Tranquilo, Satoru - intentaba calmarlo Suguru dándole unas palmaditas en el hombro - Mejor hay que apresurarnos para que puedas llegar rápido a tu cita. ¿O acaso lo olvidas? Somos los más fuertes.

Satoru miró con sorpresa a su amigo, pues Suguru no era una persona que alardeara de su fuerza y talento. Más bien, era el albino que solía utilizar esa frase para darse confianza.

No cabe duda que tenía al mejor amigo del planeta.

Cuando ya estaban por irse, pudo ver como los tres kohais de primer año se acercaban al salón que hasta hace unos minutos ocupaban.

Yuuji se veía cabizbajo. Los tres menores estaban con sus respectivos uniformes, pues al parecer, también tendrían una misión.

Cuando el pelirrosa levantó la mirada, se encontró con el brillante azul celeste de los ojos de Satoru. No pudo evitar sonreír al verlo.

Y su sonrisa era hermosa, parecía un dulce ángel de ojos dorados y mejillas tan rosadas como su cabello alborotado. Tan tierno, tan adorable, tan perfecto.

La tristeza de Satoru se esfumó con tan solo verlo, y al intuir que se encontraban en la misma situación, se acercó, apartándolo de los otros dos para hablarle en secreto.

- Yuuji, si deseas, podemos cambiar la fecha de la cita...

- ¡No! - dijo de inmediato con un gritito que llamó la atención de los demás, por lo que bajó la voz esta vez - No, no hay problema. Además, es el último día de la feria, y habrá fuegos artificiales...

- Está bien - le dijo el albino con una sonrisa - Tus deseos son órdenes. Nos vemos más tarde.

Y sin más que decir, le robó un rápido beso en los labios, haciendo al rostro del pelirrosa sonrojarse por completo.

Antes de que Yuuji pudiera reaccionar, Satoru ya se había ido con Suguru a toda prisa para acabar lo más pronto posible, y así tener su ansiada cita con su dulce pelirrosa que lo traía vuelto loco.

Yuuji por su parte, estaba dispuesto a acabar a golpes a la maldición que se le pusiera en frente, pues nada ni nadie evitaría que se encontrara con Satoru, aquel albino que lo sacaba de sus casillas, pero que con sus tiernos detalles, lo había enamorado por completo.

Solo unas cuantas horas,
Solo unas cuantas horas...

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