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— ¿Qué es esto? — Me río de los nervios por tener mis ojos vendados

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— ¿Qué es esto? — Me río de los nervios por tener mis ojos vendados.

— Tranquila florecita, no debes preocuparte por nada en este momento. — Siento sus labios en mi mejilla para continuar guiándome.

— Muy bien — Mis tacones resuenan por cada paso que doy, no hay eco por lo que se no estamos en el interior.

— Necesito hacer esto — Me carga sacándome varias risas, caminamos y me desoriento sin preocupación disfrutando de su perfume y brazos fuertes.

Tomo de nuevo el pavimento hasta que no escucho nada. — ¿Chris? — relamo mis labios con nervios.

— Quítate la venda flotecita.

Obedezco al escucharlo y parpadeó un poco acostumbrándome a la luz, observo todo a mi alrededor con asombro pues estamos bajo un quiosco blanco y a su alrededor se encuentran miles de flores.

— Es precioso — Me giro para besarlo pero de inmediato mi corazón quiere salirse de mi pecho. Se encuentra de rodillas frente a mí sosteniendo una caja pequeña con un reluciente anillo en forma de flor hecha de rubi rosa.

— Lani, hoy en esta propiedad, en esta mansión que deseo sea nuestro nuevo hogar, en el campo de flores y bajo este quiosco hecho a tu imagen. Ruego que me des el privilegio de ser tu esposo, deseo que nuestro primogénito nazca aquí que incluso disfrute correr con su madre así como tu y yo disfrutaremos ahora. ¿Quieres casarte conmigo?

Mis mejillas están húmedas y calientes, asiento repetidas veces extendiendo mi mano derecha sin perder de vista como coloca el anillo poco a poco. — ¡Christopher!

Lo abrazo provocando que ambos terminemos en el suelo, beso su rostro varias veces sacandole varias carcajadas, tomo su mano disfrutando del olor de las flores.

— Mi prometida — Susurra con un brillo en esas tormentas que tiene por ojos.

— Bajo este quiosco, junto a nuestro nuevo hogar y la presencia de las flores. — Llevo sus manos a mi vientre — Te confieso que estoy embarazada. ¡Seremos padres! — Chillo.

Sus ojos se abren a más no poder. Baja la mirada a mi vientre y sonríe en grande dándole varias caricias. — Un bebé.

— Así es mi amor. — Confirmo — Tengo dos meses de embarazo. — Su boca invade la mía, disfruto de sus besos y mimos. Me levanta sin problemas para tomar asiento en el sillón y posar una mano en mi vientre sin borrar su gran sonrisa, dibuja figuras en mi vientre que no hago más que mirarlo con una sonrisa pues parece un niño pequeño.

Dulce FlorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora