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— ¡CHRISTOPHER! — El grito de Lani me hace apresurarme a colocarme el maldito traje protector

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— ¡CHRISTOPHER! — El grito de Lani me hace apresurarme a colocarme el maldito traje protector. La cámara está posicionada en un lugar donde no se pueda ver nada de mi mujer pero si de la pequeña cosita que está haciendo gritar a mi mujer.

— Estoy aquí nena — Tomo su mano y ella me mira llena de llanto y miedo. — No puedo más, me duele mucho. Tengo mucho miedo. No estoy lista. — Niega.

— Nadie está listo — Consuelo llevando mi otra mano a su cabello — Estoy aquí para que destroces mi mano y me insultes nena, en ningún momento voy a abandonarte haremos esto juntos. — Me obligo a tranquilizarme sin dejar de verla a los ojos.

— No me dejes — Chilla.

Mi pecho se oprime y niego besando sus labios de forma corta. — Nunca voy a hacerlo.

— Muy bien. Lania prepárate para pujar ya estas suficientemente dilatada. — Recce nos mira y suspiro demasiado ansioso obligandome a tranquilizarme de vuelta.

— ¡MALDITO HIJO DE PERRA! — El grito de Lani me hace olvidarme de todo, entre abro los labios con sorpresa mirándola completamente incrédulo ignorando que esté estrangulando mi mano.

— ¿La...Lani? — Parpadeo.

— ¡NO ME MIRES COMO IMBÉCIL! — Se queja soltando un gran grito que me estremece. — ¡ES TU CULPA! — Llora soltando un gran suspiro dejando ir su cabeza hacia atrás.

— Ya veo la cabeza, un poco más Lania. Solo un poco más y podrás ver a tu lindo bebé. — Recce la alienta desde su posición y suspiro tranquilizando mis celos de que le esté viendo el coño.

Cierro los ojos tratando de disipar mi cólera porque es muy estúpido. Me siento demasiado estúpido ahora mismo.

— ¿Oíste? Solo un poco más nena. Puedes hacerlo.

— No puedo — Llora apretando mi mano — Chris...eligelo a él. — Mi pecho se oprime y entro en pánico cuando la máquina comienza a sonar — Elige a nuestro bebé te lo suplico. — Me suelta y sujeta de la ropa con tal fuerza que casi me tira encima de ella mirándome a los ojos. — Prometelo.

— No puedo hacer eso — Susurro — Puja Lani, eres fuerte cariño. Nada les pasará a ninguno de los dos, yo voy a evitar cualquier cosa. — Insisto.

Me suelta y su llanto me tortura, busca mi mano y se la doy sin emitir sonido cuando uno de mis dedos cruje. Suelta un gran suspiro de alivio y un llanto llena la sala, me acerco para cortar el cordón con las manos temblando para después dejar que la limpien volviendo con Lani.

— Es una niña — Recce suelta una risa y la acerca hasta el pecho de Lania recostandola ahí. — Felicidades queridos papás.

— Niña — Pierdo el aliento sintiendo mis ojos picar, me permito llorar al ver a mi mujer y mi hija como tomate llorando desconsolada.

Dulce FlorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora