XVI. Never Letting Go

18 2 4
                                    

Yoohyeon se asustó en el momento en el que la luz se fue del edificio, pues tan pronto las luces se apagaron, resonó un trueno por todo el lugar, haciendo que las paredes vibrasen y unos libros cayeran. Tomó su mochila con fuerza y la apretó. Miró a la persona de enfrente, Jiu se encontraba igualmente abrazada a su mochila. No sabía cómo entablar conversación con ella, y de todas maneras, no la quería molestar.

Estuvieron así por al menos quince minutos, cuando los truenos comenzaron a sentirse más fuertes y asustar a ambas. El librero detrás de Jiu comenzaba a tambalearse y fue cuando Yoohyeon decidió acercarse.

–Es peligroso que estemos aquí, vayamos al sitio con los sillones –dijo, acercándose a ella. Jiu la miró y Yoohyeon pudo sentir el temor en sus ojos junto a un toque de tristeza. Yoohyeon suspiró y le habló con dulzura–. Sé que perdí el derecho a acercarme a ti en el momento en el que crucé esa puerta, sólo quiero asegurarme de que estás bien. Sígueme, confía en mí. –le pidió. Jiu asintió y la siguió sin decir nada.

En el camino, podía escuchar cómo algunos libros caían por los estruendos. Yoohyeon mantenía firme su paso, todo lo que quería era mantener a Jiu segura, aunque Jiu no le contestara absolutamente nada. Finalmente llegaron a una esquina del edificio, donde se encontraban algunos sillones y pequeños libreros. Yoohyeon se encargó de ponerlos en el suelo, de manera que no fueran un peligro para ambas.

Jiu tomó su espacio y se acomodó en una esquina, la calefacción ya no estaba haciendo su efecto y la noche era realmente fría. Yoohyeon tomaba algunos libros de entre los muebles cuando vio a los dientes de Jiu vibrar. El destino era bueno y casualmente, esa noche iba a quedarse a dormir con Dami y Gahyeon, de manera que en su mochila traía algunas cobijas y un pijama. De su mochila, sacó una cobija y se acercó a la pelinegra para cubrirla.

Jiu la observó, su cuerpo reaccionó, haciendo que automáticamente se alejase de la rubia. Ante el suceso, el corazón de Yoohyeon se achicharró, pero debía ser fuerte por la chica que estaba a su lado. Habló con dulzura, tratando de aliviar a la mayor:

–No te haré daño, sólo te quiero proteger... –explicó– yo sé que te hice daño, y lo quiero arreglar. Sólo necesito que confíes en mí y que no hagas lo mismo que yo hice. Me bloquee. Pensé que todo estaría mejor sin ti. Pero no, no es así. Eres mi alma gemela y mi deber es protegerte, lo hice mal, pero a partir de ahora, lo haré bien. –dijo, sonriendo.

–¿Cómo puedo creerte? Todo lo que has hecho es ser una persona egoísta... –respondió Jiu sin verla a los ojos.

–Lo sé –contestó la menor, cabizbaja–. Sé que sólo pensé en no hacerme sufrir, en ahorrarme el dolor, pero logré todo lo contrario. No puedo negar que te amo y aunque lo quisiera, eso jamás va a cambiar –explicó–, tú me perteneces y yo a ti. Me llené de miedo. Miedo a una pequeña posibilidad, algo que quizás ni siquiera existe. Dejé que el miedo se apoderara de mí, pues la Yoohyeon pequeña sólo podía pensar en encontrarte –dijo, entre risas–, la Yoohyeon pequeña adoraba sus larguísimas cicatrices pues cada una significaba que su alma gemela vivía y que estaba hecha para ella, que tenía asegurado el amor verdadero.

–¿A qué le tienes miedo? –preguntó Jiu en un susurro.

Yoohyeon respiró hondo.

–A perderte. A que me pase algo y tú lo sientas –contestó, sus ojos se llenaron de lágrimas al instante, Jiu la miró confundida–. Sé que no lo entiendes, pero verás: yo tengo un historial muy largo de almas gemelas fallidas. Mis tíos, mi abuela, mi hermana... todos ellos tuvieron almas gemelas fallidas. No quiero que sientas lo que es perderme, no quiero que sientas mi muerte y mucho menos quiero sentir la tuya –explicó–. Sé que suena muy estúpido, porque realmente, nunca me di cuenta de que jamás podría protegerte de eso y que la única manera de protegerte era dándote lo que siempre he querido, pero jamás me he permitido: amor.

SCARS |JIYOO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora