Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto
-:/
-/:
Capítulo 13
Había algo en Hinata que hacía que Naruto quisiera ser cruel con ella.
Estaba en su suavidad, en su maleabilidad. Como el agua que fluye y llena la forma de una taza, era tan servil con él en la cama.
Tan ansiosa, tan dispuesta, haciendo todo lo posible por satisfacerle. Hinata tomaba todo lo que él le daba, siempre sedienta de más.
Tal vez ella era la copa, y él el agua, Naruto vaciando su interminable deseo en su aceptación sin fondo.
Eso le hacía intensificar su lujuria, le hacía desear verla doblarse un poco, romperse un poco bajo su pasión.
Sí, ella le daba ganas de ser cruel.
Arrancándole dulces suspiros, sacudiendo sus caderas, buscando sus dedos, su lengua o su polla.
Provocándola, haciéndola perseguir hasta que lo suplicaba. Por favor, necesito más, lo necesito más fuerte.
Su clásico rubor, tan brillante como siempre, se extendía hasta la parte superior de sus tetas, y aun así Naruto ignoraba sus súplicas.
Naruto la inmovilizó sobre la cama, con las manos por encima de la cabeza y las muñecas juntas bajo su mano vendada.
Con la otra jugueteaba con su clítoris, descendiendo entre sus pliegues goteantes, hundiendo dos dedos en su interior y enroscándolos, acariciando las almohadillas contra las paredes de su punto G. Era como traer agua de un pozo, lo mojados que estaban sus dedos, llevándolos de nuevo a su clítoris palpitante. Las yemas de los dedos daban vueltas, las uñas se clavaban suavemente en la piel menos sensible, para hacerle saber el dolor que podía provocarle, luego un golpecito en el clítoris y él se apartaba.
Hinata sollozó. Lágrimas gordas y húmedas corrían por sus mejillas mientras él la acariciaba una y otra vez, sus caderas girando, intentando atrapar los dedos de él en su clítoris, pero Naruto volvía a deslizarlos en su interior y los flexionaba tan lentamente.
"Mírate, 'Nata. Estás haciendo un desastre, manchando incluso nuestras sábanas", se burló Naruto, besándole los dientes. "Te has tomado la molestia de limpiarlas sólo para marcarlas con tu olor como una perra, ¿no? Eres peor que un Inuzuka. ¿No tienes vergüenza?"
Las yemas de sus dedos rozaron su punto G, y las caderas de Hinata se levantaron claramente del colchón, sin intentar tomar sus dedos más ásperos y profundos.
Sus palabras eran duras, la presión de sus dedos suave, una yuxtaposición horrible para Hinata, pero su pobre novia estaba demasiado ida para avergonzarse.
"¡Por favor, por favor, por favor, Naruto-kun! Quiero correrme, quiero tu polla, por favor, ¡no seas malo!".
Gimoteó y suplicó, casi exigiéndole que le diera su polla.
Naruto sonrió como un salvaje, manteniendo a Hinata al borde del abismo, con los brazos finalmente retorciéndose para intentar zafarse de su agarre, los muslos de felpa temblando.