3. Can't help it

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Los primeros segundos del despertar de Aeri habían sido de maravilla para ella que no recordaba lo que había sucedido la noche anterior y, cuando pensaba en disfrutar de la comodidad de su cama, un ruido fuera de su habitación la sobresaltó y un miedo se apoderó de ella. Pensó que tal vez algún ladrón había encontrado la forma de adentrase en su apartamento y entonces tomó un bate de beisbol que tenía dentro de su armario para protegerse con este. O bueno, un intento de hacerlo pues no tenía una gran fuerza como para defenderse de alguien más de manera física.

Puso el bate sobre su hombre en una posición de defensa en cuanto salió de su habitación y caminó con cuidado de no hacer ruido hasta que llegó a la cocina, encontrándose con la espalda desnuda de cierta pelinegra que juraba no volvería a ver jamás.

—Y ahora, ¿qué estás haciendo? —preguntó exasperada al ver a T/N con un mandil puesto—.

La súcuba solo pudo reírse mientras dejaba un plato frente a la rubia en su mesa. Le causa gracia como Aeri la "saluda" con preguntas tan tontas cada vez que la ve en lugar de ser como los humanos cualquiera, pero eso era lo que la hacía especial, tanto para llamar su atención.

—Haciéndote el desayuno. ¿Que no saludas después de despertarte? —se sentó en la encimera detrás de ella y la rubia rodó los ojos—.

—No voy a comer esto —deslizó el delicioso plato de hotcakes esponjosos hacia su dirección y se cruzó de brazos—.

—¿Por que no?-, T/N, en cambio, solo movió su dedo índice y el plato regresó justo donde lo había dejado—. «Maldita magia demoniaca», penso Aeri cuando hizo eso aún cuando estaba a una distancia considerable.

—No sé si le pusiste algo —de nuevo lo movió hacia ella y obtuvo la misma acción de la súcuba—.

—¿Algo como que?

—¿Veneno? ¡Yo que sé!

—¿Por qué le pondría veneno?

—No lo sé, ¿sí? Pero podrías hacerlo.

—Si no lo sabes entonces solo cállate y come. No tengo razón para envenenarte.

Fue en ese momento que Aeri se detuvo antes de mover el plato de nuevo hacia la rubia. Al parecer la única tonta ahí era ella pues aquella súcuba no la mataría por más que le tuviera miedo, y odiaba admitir que era cierto. Lo único que T/N quiere con ella es un contrato demoníaco y de nada le sirve que muera.

Miro el hotcake frente a ella por un momento y este parecía tan normal como cualquier otro que haya comido alguna vez. Olía muy bien, lo cual todavía era preocupante, pero su hambre matutina inclinó la balanza a favor de la experimentación, así que tomó el tenedor que estaba al lado de su plato y se llevó a la boca un trozo con algo de fruta que haya aparecido en su camino.

Aún cuando Aeri no lo dijera, T/N podía sentir como la rubia estaba más relajada con cada mordisco que daba.

—¿Qué le pusiste? Estoy segura que en este departamento no hay ingredientes para cocinar hotcakes —su pregunta sonaba inofensiva y genuinamente curiosa de saber los ingredientes que contenía—.

No sabía que una súcuba podía cocinar y la pelinegra lo había hecho muy bien pues sabía delicioso en su paladar.

—Lo sé. Tuve que improvisar un poco —se encogió de hombros y comenzó a balancear sus piernas—.

—¿Eso que quiere decir? —preguntó—. Regreso a ella ese leve temor después de haber sido asegurada que no había nada en su comida justo hacia un momento.

—Probablemente no quieras saberlo —respondió T/N, acomodándose mejor sobre aquella encimera—.

A la súcuba no parecía importarle ni un poco como estaba vestida frente a la Aeri que al principio se había mostrado mezquina hacia ella en cuanto la vio cocinando.

My demon - Giselle & female readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora