4. Trapped in your palm

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Desde la visita a su abuela la semana anterior, la mayor no ha dejado de enviarle  perfiles de posibles pretendientes que, según ella, son los mejores en su categoría. Para Aeri era demasiado gracioso y absurdo. Era como si le ofrecieran un menú de variedad de platillos preparados de diferentes maneras de donde escoger.

Y después de días de reflexión y persuasión de parte de su abuela y su padre, se decidió por el que parecía ser el más simple ante la situación en que los estaban poniendo. Osaki Shotaro provenía de una familia adinerada de Kanagawa, en realidad una de las más importantes de aquella ciudad.

Al principio estaba en contra de la idea de darse la oportunidad de conocer a alguien de manera romántica que incluso ya había creado su propio plan B en caso de que la insistencia de su familia fuera insoportable. Lo que la hizo cambiar de parecer fue la información no tan confidencial de la familia Osaki que llegó a sus manos.

No es un mito que la mayoría de las riquezas familiares duran hasta la segunda generación (y con mucha suerte hasta la tercera) ya que los descendientes simplemente consumen mucho o se vuelven perezosos y conformistas como para seguir elevando su estatus económico. Pero cuando leyó que el primogénito de los Osaki pertenece a la cuarta generación, quien continuamente se mantiene ocupado creando servicios o productos que no parecen llegar a tener caducidad aún así las eras modernas se disipan, y eso llamó su atención.

Si iba a salir con alguien al menos debía buscar todo lo que pueda sobre ellos en lugar de llevarse la decepción de que no eran lo que Aeri esperaba. Y tal vez sus compañías no pertenezcan al mismo rubro, pero cree que podrían ayudarse de manera mutua con inversiones, equipamiento y patrocinios.

Así que, esa mañana se encontraba en aquel elegante restaurante que la secretaria de su abuela había preparado ella y el pelinegro. No necesitaba ser adivina para saber lo emocionado que estaba el chico frente a ella; tenía una sonrisa real, sus ojos brillaban y su espalda estaba recta. Además, su lenguaje corporal abierto, como los hombros y los brazos relajados.

Al parecer había estado esperando tanto ese momento y ella se sintió mal por él. Debe ser abrumador no tener la oportunidad de salir con la persona que te gusta y solo poder hacerlo con quien tus padres hayan "escogido". Se sentía agradecida que su familia no era tan estricta en ese aspecto cuando sus abuelos se casaron enamorados y, por tanto, esperaban lo mismo para sus hijos, aunque la mayoría se casó por beneficio económico. Lo típico.

—De verdad me alegra que hayas aceptado salir conmigo —sonrió el pelinegro mientras acomodaba su traje—.

Ni siquiera pudo contestar y solo asintió para después beber agua. Sería una total mentirosa si dijera que lo había hecho por cuenta propia cuando sabe que su familia influyó mucho en su decisión.

Shotaro de verdad era atractivo; sus ojos pequeños como lunas crecientes cuando sonreía de oreja a oreja le daba ternura. Sus modales impecables en cada momento y su personalidad carismática seguro llamaría la atención de cualquiera. Y Aeri de verdad quería que también fuera así para ella.

Cuando llegó la comida, el pelinegro sacó cualquier tema de conversación que pudiera entretener a Aeri. Desde familia, amigos y trabajo, hasta hobbies, preguntas personales para conocer su persona un poco más o cualquier cosa como la nueva exposición de arte que había en el museo de Seúl. Estaba funcionando, eso sin duda. Lo escuchaba y respondía lo que le preguntaba mientras comía de cada platillo que le era servido, pero se sentía un poco desanimada. Seguro era porque ya se había dado cuenta que no estaba interesada en él románticamente. Lo podría ver más como un amigo muy cercano, incluso como un hermano menor.

El restaurante estaba lleno de otros comensales a su alrededor y agradecía que así fuera pues los meceros o el personal no estarían enfocados solamente en ellos y eso lo hacía menos incómodo. Básicamente le ayudaba a no perder la paciencia de levantarse frustrada e irse de ahí dejando al pelinegro comiendo solo.

My demon - Giselle & female readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora