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Movía su torso impacientemente, acomodaba sus brazos y constantemente se acomodaba en distintas posiciones.

¿Confundido? Vamos a contextualizar un poco la escena.

La pequeña bufón había terminado envuelta entre las sábanas de Ragatha, acompañandola durmiendo juntas, como si fuera una pijamada. La diferencia es qué, ambas no lo tenían del todo planeado, ya que después de consolar por un tiempo algo extenso a la muñeca de trapo, el sueño la atrapó y una cosa llevó a la otra.

Pomni, quien solo estaba con los ojos abiertos, intentando sentir somnolencia sin triunfar bajo sus absurdos intentos, únicamente intentaba mantener su cuerpo alejado; la cama era lo suficientemente grande como para que tenga un espacio personal reducido a cinco centímetros, un movimiento lerdo de brazo o pierna y sentiría la piel de su mejor amiga pegada contra la suya.

De fondo podíamos escuchar el suave respirar de Raggs, quien se mostraba profundamente tranquila y adormecida, e internamente como lectores podíamos fácilmente escuchar las quejas de Pomni revolotear por la habitación.
Estaba nerviosa, y no sabía por qué.

— Raggs...— titubeaba— ¿Puedes...?

Intentaba ganar algo de espacio, sentía un profundo calor en su pecho, cuello y rostro; pero sin siquiera notarlo, casi se cae de la cama.

Salvándose con acciones inconscientes, terminó pegada contra su amiga, quien parecía inmutarse y responder con un ronquido. Nuestra pequeña bola de nervios quedó anonadada, su cuerpo estaba pegado y firme contra el vestido morado de la contraria, uno de sus brazos estaba casi rodeando su torso y su rostro estaba cerca de su clavícula, prácticamente sintiendo como sus fosas nasales eran invadidas por la perfumada piel de Ragatha.
Estaba siendo totalmente embriagada por su dulce olor, sin notar que estaba dejando pasar demasiados segundos aquella escena. Con cautela, intentó moverse tirándose para atrás, teniendo sumo cuidado de despertarla con algún movimiento tosco del brazo.

Suspirando con victoria, finalmente recuperó sus cinco centímetros de distancia. Estando de costado, básicamente dándole la espalda, se sintió más liviana, pero a la vez bastante acalorada por lo que acababa de pasar.

Sin duda sabía cuál era el olor de su amiga haciendo diferencia entre el resto, pero nunca lo había sentido de tal forma. De esa forma en la cuál la invadía totalmente, incentivandola a permanecer allí desconectada totalmente de la realidad y tan solo ser ellas dos, sin nadie más alrededor suyo. Como si un lazo color rosado las uniera, incapaz de separar tal vínculo.

Pomni estaba al borde. Acariciaba su propio pelo castaño; puesto a que no llevaba puesto su gorro. Intentaba apaciguar la ola de nervios que la invadía.
No era nada nuevo, los ataques nerviosos y el pánico parecían ser su pan de cada día, pero esto era diferente.

Era todo demasiado extraño

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Era todo demasiado extraño.
Pasaron tantas horas en las que calmaba a Ragatha que ni siquiera pudo ponerse a contar cuantas eran, y ni siquiera le importaba en el momento, ya que su amiga estaba desmoronandose delante suyo.

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