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Su talón de Aquiles I




ariana's perspective






Uno, dos, tres
Esa era la cuenta atrás que hacía diariamente cuando me daban ataques de pánico—la cual era una rara ocasión y ocurrían normalmente cuando estaba a solas, con mis pensamientos.—y era una de mis peores pesadillas, no podía empezar a enumerar las razones porque de eso. Odiaba estar a solas teniendo solo a mi subconsciente o pensamiento como la triste compañía en la Cabaña 3 de Poseidón.

Pues así era mi vida desde que había llegado al Campamento Mestizo, desde que mi madre murió y yo también casi me ahogue. Ahora pensándolo bien, era increíblemente irónico que una hija de Poseidón hubiera estado a punto de ahogarse. Por lo menos a mí, cuando lo mencionaba a otros, no les parecía tan gracioso. Aunque no todos tienen un buen sentido del humor, esa era mi patética excusa.

Me había levantado relativamente de buen humor, hasta que en medio de la hora del desayuno, esa luz en forma de tridente se iluminó encima de mi cabeza y pensé "Por todos los dioses, ¿qué demonios querrá ahora?". Mire de lejos a Quirón, quien se mantenía en el margen, suspire y asentí con mi cabeza. Pero ya se me quitó todo el hambre que pudiera tener.

—¿Paso algo mientras no estaba?—preguntó Luke, quien solo se fue al baño.

—Si, que mi padre me ha llamado.

La palabra 'padre' se pudría cada vez que salía de mi boca, no se merecía que lo llamase así. También era que ninguno de los dioses que tenían a sus hijos aquí merecían ser llamados padres o madres. No se habían ganado el título. Y no me parecía nada justo que pudiera simplemente interrumpir mi vida así de la nada para que le hiciera algún recado o semejante, después de que no lo hubiera visto ni unas vez en persona en todos mi misera vida. Lo odiaba, pero a la vez no. Era un sentimiento contradictorio. Odiaba que mis logros se redujeran al mero de ser hija de Poseidón. Normalmente durante las misiones no se veía en persona al dios, así que me alegraba por esa parte. Pero había algo que me decía que huyera de esto, de lo que fuera esto.

Tras el desayuno—el cual me arruinó mi apetito.—fui directamente hasta la 'oficina' de Dionisio.

—¿Qué es lo que quiere ahora?

—¿Tienes que ser así de desagradable con tu padre? Quizás si vieras todo un poco fuera de tu burbuja, lo entenderías el sacrificio.—me dijo, lo cual solo aumentó mi molestia, que amenazaba en convertirse en enfado.

—Cállate, no sabes de lo que hablas.

—Recuerda a quien le hablas.

—Lo mismo digo.

Habían veces que Dionisio era un ser tan pertinente que creía ser un sabelotodo en las relaciones ajenas a él, pero también llegaba a tener un aspecto reconfortante de él. Los dioses como él solían ser tan confusos con su personalidades múltiples, no parecían poder adueñarse de una por mucho tiempo seguido. Lo miré fijamente a los ojos. Con el tiempo, aprendí a no tenerle miedo a nadie que no fuera yo misma. Ahí dejaba el límite. Desafiarlo porque no tenía nada que perder como siempre.

—Se nota que eres hija de tu padre.

—Lo dudo mucho.

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