|ᴄᴀᴘ2| ʟᴀ ɪɴᴠɪᴛᴀᴄɪᴏɴ ᴀʟ ʙᴀɪʟᴇ

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Yagi se paseaba por la estancia principal de su hogar, Enji estaba sentado en un sofá con Touya de pie detrás de él, en el sofá contrario estaba el padre de Keigo, un alfa de mirada dura y mal carácter conocido por no ser muy tolerante, ambos eran líderes de su respectiva manada, así que esa habitación en ese momento estaba llena de testosterona y pesadas feromonas dominantes.

Izuku entro con la cabeza alta como un digno Omega de alta cuna, Keigo iba a su espalda, dirigió una pequeña mirada rápida en dirección a Touya antes de pararse detrás de Izuku que tomo asiento en el sofá.

—Parece que tú hijo no es un Omega digno de mantener a un alfa a su lado— se mofo Kaito el padre de Keigo, Tomie su madre intercalo una mirada entre su alfa y su hijo.

—El culpable de todo esto es ese estúpido hijo de Todoroki, maldito Omega ofrecido— gruño Yagi

Izuku le hizo una pequeña señal a Keigo que parecía querer saltar sobre el rubio de ojos azules, se tranquilizó confiando en Izuku y por bienestar de Touya.

—tu hijo se largo se Japón dejando el camino libre a esa zorra que no dudo en moverle la cola a mi hijo, es un alfa, en algún momento cedería, es instintivo— soltó Kaito.

—Como sea el daño está hecho y no dejaré que mi hijo sea quien pague las consecuencias de las estupideces de los suyos, Keigo tiene que romper el lazo con Touya— sentenció Yagi dejando en claro que su decisión era inamovible

—Estoy en cinta no pueden obligarme a romper el lazo, moriré junto a mi cachorro— la voz de Touya tembló un poco al hablar y los tres alfas gruñeron callando sus lamentos al momento

—Consecuencias de ser una puta ofrecida, dejas en mal nuestro apellido— siseo Enji molesto

Izuku no podía soportar tanta injusticia se aclaró la garganta

—No seré un Omega indigno si yo rompo el acuerdo padre, aceptaré contraer matrimonio con Chizaki, creo que es un alfa de mejor rango y especie para alguien como yo, además, no me gusta que omegas de baja monta hayan tocado algo que era mio— le molestaba pronunciar aquellas palabras pero eran necesarias, debería verse como un Omega caprichoso que estaba molesto por la falta de Keigo— Deja que Touya tome mis sobras y dame a mi a un gran alfa.

Yagi hacía mucho quería esa unión, sabía que Chizaki estaba interesado en su hijo además de ser hijo de otro de los jefes de clanes, sería una unión poderosa.

—Estas seguro?— Sonrió Yagi e Izuku asintió sin vacilar.—Entonces que así sea.

Izuku desvío la vista tratando de que nadie notará el dolor en sus ojos, Touya lo miro y bajo la vista con culpa, si hubiera hecho las cosas diferente.

—Que sea cuando Kai vuelva, yo mismo hablaré con él — pidió Izuku tratando de ganar tiempo, quizá unos meses sería suficiente para mentalizarse de la decisión que tomo.

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El sobre color marfil pesaba en sus manos, las invitaciones al baile real estaban listas, el brocado en un delicado terciopelo negro resaltaba.

—Es una mierda— susurro Katsuki dejando el sobre.

—Sera una fachada!— hablo Mitsuki entrando decidida a la oficina de su hijo.

—A que te refieres?— pregunto con recelo el príncipe

—Como lo más probable es que no vayas a elegir a nadie esa noche, elegí yo misma a tu Omega, la hija de los Yaoyoruzo, Momo será tu esposa a menos que me des un nombre y un rostro— le dijo la mujer.

Katsuki negó, conocía a Momo, jamás la había tratado, era hermosa no lo negaría pero no era para él.

—A veces eres un bruja mujer— gruño Katsuki— pero si no presento un Omega un mes después del baile la desposare como exiges.

Mitsuki se acercó y acaricio el rostro de su hijo, era su viva imagen y le recordaba tanto a ella cuando fue joven que por un milagro conoció a Masaru.

—Lo siento mucho hijo— susurro dejando un beso en la mejilla de Katsuki

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Denki entró a la habitación de izuku con el sobre en la mano, la invitación había llegado poco atrás, Yagi fue claro, todos debían asistir.

—Busquemos un vestido, quizá un milagro ocurra ese día— susurro el rubio dejando el sobre en la cama del peliverde y tirando de su amigo con el fin de llevarlo de compras, el baile sería en una semana y Denki tenía esperanza que Izuku no contraiga compromiso con Chizaki, ese alfa daba miedo, muchas veces le había sorprendido observando a Izuku cómo si fuera un felino hambriento e Izuku su presa a la que destrozaría sin remordimiento para saciar sus propios deseos.

—No se que milagro pueda ocurrir Denki, que le caiga un rayo a Kai y deje de existir— susurro Izuku siguiendo al rubio.

—Quiza encuentres a tu alfa, a alguien a quien Hisashi no pueda decirle que no— comento Denki con brillo en sus ojos.

—Mucha fantasía para mi— sonrió Izuku.

La semana camino lenta para Izuku que busco mil maneras de mantenerse fuera de casa tratando de no pensar en lo que había hecho.

—Este es perfecto—Denki dejo el vestido en la cama de Izuku la mañana del gran baile.

Era una belleza de color carmín, pegado al cuerpo finalizaba en una cola que se arrastraba detrás de él, la tela estaba cubierta de brillantes cristales, el corsé formaba su torso de manera exquisita y las mangas caían perezosas sobre sus brazos, el escote corazón dejaba una vista de las clavículas y el largo cuello que adornaria con rubíes más tarde, en la parte baja el vestido se abría del lado derecho dejando al descubierto su pierna al caminar.

Denki había elegido unos estiletos negros de tacón altísimo que le daban un toque al vestido, la joyas fueron regalo de su padre tiempo atrás.

Se miro al espejo, suspiro y tomo su teléfono metiéndolo en la cartera que llevaba, solo era un baile, que podría pasar.

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Katsuki observaba el jardín del castillo, la fiesta era toda una gala como debía ser, sin embargo no había rastro de esos ojos verdes.

Se recargo en el muro de piedra, quizá Momo no sería tan mala Omega aunque él no la deseara.

Un repiqueteo sonó a su espalda, parecían tacones, no le dio importancia.

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Izuku necesitaba aire, un poco de espacio, Kai estaba ahí, alguien le había dicho que se comprometería con él, quería llorar, gritar, deseaba solo desaparecer.

La cola de su vestido ondeo un poco con el viento frío de la noche, sus hombros descubiertos se erizaron, no le importaba, siguió caminando.

Doblo en una esquina y se detuvo de golpe, de espaldas a él había un hombre alto, había visto ese traje de lejos, el color negro que contrastaban con el rojo vibrante, y aquella corona en su cabeza.

Lo vio girarse en camara lenta, era el príncipe.

Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora