La habitación estaba sumida en una penumbra sepulcral, y el silencio era opresivo. Los objetos desordenados, libros esparcidos por el suelo, partituras arrugadas, el violín descansando en un rincón, las fotografías rotas y las lágrimas secas en el rostro de Victoria revelaban el abismo en el que se encontraba. Apartó un mechón de cabello de su rostro y miró fijamente la pistola que descansaba en el tocador. El caos a su alrededor reflejaba su propio caos interior. Estaba descalza, con lágrimas en los ojos, sintiéndose atrapada en sí misma.
Su mente estaba nublada por la tristeza abrumadora y la sensación de desesperación. Sin embargo, la mirada de Victoria se encontró con su propio reflejo en el espejo, y en ese momento, vio en sus ojos el reflejo de una lucha interna. Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla, y en un acto de puro instinto, tomó la pistola con manos sudorosas y la acercó a su sien.
Sostenía un Colt M1911, podía sentir su peso sólido y su largo cañón, como si estuviera lista para enfrentar cualquier desafío que se le presentara. Su cuerpo de acero, moldeado con líneas suaves y contornos ergonómicos, se adaptaba perfectamente a las palmas de sus manos; la empuñadura texturizada ofrecía un agarre tan seguro que, incluso con el tembleque de Victoria, la pistola permanecía estable.
La culata albergaba un cargador de seis balas, cartuchos del calibre .45 capaces de causar estragos en cada disparo. Hasta ese momento, no se había disparado ni una sola vez. Su padrastro, Pedro, la había comprado como último recurso de defensa en un caso extremo. Aunque vivía en esa casa desde hacía varios años, aún no se había presentado una situación límite que lo obligara a empuñarla. Pedro sabía mucho sobre armas. Más de una vez le había dedicado horas a explicarle a Victoria las características de cada arma que se le viniera a la mente, incluso debatiendo sobre cuál sería más útil en distintas situaciones, comparando sus ventajas y desventajas. Victoria, aunque a veces le aburría, lo escuchaba con mucha atención.
Normalmente se avergonzaría de que pensarían de ella si un ser querido la viera en esa situación o se preguntaría que le dirían sus amigos para animarla. En ningún momento se detuvo a pensar ni siquiera en la situación en la que estaba, se sentía colapsada, era lo único que podía entender en ese momento, solo estaba segura de querer acabar con ese sentimiento de cualquier forma, no importaba lo drásticas que sean las medidas, durante esos segundos repletos de adrenalina no existían las consecuencias.
El mundo pareció detenerse. Sus dedos presionaron el gatillo con una precisión gélida, pero en el último segundo, una explosión de vida, un recuerdo, la sacudió. El rostro de su padrastro apareció en su mente, lleno de risas y complicidad. Victoria arrojó la pistola a un lado con un alarido nervioso, y se derrumbó en el suelo, sollozando.
El arma quedó inerte, distante, y la decisión que había estado a punto de tomar quedó atrás. Victoria se abrazó a sí misma, temblando por la magnitud de lo que había estado a punto de hacer. Su corazón latía con violencia mientras las lágrimas continuaban fluyendo, pero había experimentado un arrepentimiento profundo, una chispa de esperanza en medio de la oscuridad que la rodeaba.
Al día siguiente por la mañana, el sol se filtraba por las rendijas de las persianas, iluminando tenuemente la habitación de Victoria. Un revoltijo de ropa sucia, libros y papeles dispersos por el suelo componían el paisaje desolador. Un violín, silencioso y polvoriento, descansaba en un rincón. El sonido de la alarma del celular rompió el silencio, y Victoria, con un gemido ahogado, se aferró a la almohada, intentando engañar al despertador.
Tras varios minutos de lucha interna, se levantó con las piernas temblorosas y la mirada perdida. Se dirigió al baño, cuando se miró al espejo, contempló su largo cabello negro azabache caía en ondas desordenadas hasta sus hombros enmarcando un rostro afilado con pómulos prominentes y su tez blanca que resaltaba la calidez de sus intensos ojos marrones, ahora con grandes ojeras.
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El ciclo de las almas tristes
HorrorMientras luchan contra sus propios demonios internos, Victoria, Elian y Valentín se ven obligados a enfrentar sus peores miedos y a trabajar juntos para descubrir la verdad detrás del oscuro origen de una serie de eventos trágicos en la ciudad de Bu...