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Era un día por la tarde, las hojas caían suavemente sobre el parque donde Lali y Peter solían encontrarse después de la escuela. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonalidades anaranjadas y rosadas. Lali, con su bufanda roja y gorro de lana, esperaba en el banco de siempre, mirando los árboles que parecían bailar con la brisa.

Peter llegó corriendo, con una sonrisa amplia y el cabello despeinado por el viento. Se acercó a Lali y se sentó a su lado, todavía tratando de recuperar el aliento.

—Perdón por la tardanza, Lali. El entrenador nos hizo correr más de lo habitual en la práctica de fútbol —dijo Peter, con la respiración agitada.

Lali sonrió y negó con la cabeza. —No te preocupes, Peter. Me gusta estar aquí, observando el parque. Además, sabía que vendrías.

Peter la miró con ternura y tomó su mano.

—Sabes, cada vez que te veo, me doy cuenta de lo afortunado que soy de tenerte en mi vida. Eres como ese rayo de sol que calienta mi corazón, incluso en los días más fríos.

Lali se sonrojó y apretó suavemente la mano de Peter.

—Tú también eres muy especial para mí, Peter. Me haces sentir segura y feliz. A veces, cuando estamos juntos, siento que todo es posible.

Peter se inclinó hacia ella y le dio un beso en la mejilla.

—Prometo que siempre estaré aquí para ti, Lali. Pase lo que pase, siempre serás mi prioridad.

Lali cerró los ojos por un momento, disfrutando de la calidez del gesto de Peter.

—Y yo siempre estaré aquí para ti, Peter. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.

El sol continuaba descendiendo, y el parque se sumergía en una suave penumbra. Lali y Peter se quedaron allí, tomados de la mano, disfrutando de la tranquilidad del momento y del amor que compartían.

. . .

Lali se encontraba en el patio trasero del colegio, en ese lugar que se ha hecho su lugar favorito. Se encontraba sentada en el césped debajo de un árbol. Estaba terminando el dibujo que era para el concurso, orgullosa de su creación agrega más detalles para que el dibujo de su madre luzca espectacular. En eso ve como una sombra cubre el cuaderno y le queda un poco de luz. Levanta un poco su cabeza, era Paula, con una sonrisa burlona la empieza a molestar, Lali fastidiada roda sus ojos.

-¿Qué haces, Lali? ¿Crees que ese dibujo va a ganar? -preguntó Paula, con un tono despectivo.

Lali, sin querer entrar en una discusión, intentó ignorarla y seguir con su trabajo. Sin embargo, Paula no se dio por vencida y continuó con sus comentarios hirientes.

-Ni siquiera sabes dibujar bien, deberías rendirte mientras puedas - añadió, cruzando los brazos y levantando una ceja con arrogancia.

Lali tomó una respiración profunda y recordó las palabras que una vez le dijo su madre: "No dejes que nadie te quite la confianza en ti misma". Con una serenidad que sorprendió a Paula, Lali respondió:

-A mí me gusta, y eso es lo que importa.

Paula, desconcertada por la respuesta, se quedó sin palabras.

Lali sonrió, sintiendo una renovada determinación. Sabía que su dibujo tenía un valor especial porque estaba hecho con amor y dedicación. Con nueva energía, continuó añadiendo los últimos toques a su obra, segura de que su esfuerzo sería recompensado de alguna manera.

Sin embargo, Paula seguía sin rendirse, y continúo queriéndola provocar.

-Pero si es solo un garabato más, ni creas que ganarás -dijo Paula con una sonrisa burlona.

Nunca te alejes de mi©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora