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Grueso y duro.

Así lo notaba contra mi nalgas.

Me hizo gemir despertando mis ganas y mi hambre por él. Sus manos recorriendo mis curvas desnudas aumentaban mi temperatura corporal.

El agua de la ducha hace que nuestra piel resbale y por eso me aprieta con sus grandes manos contra ese cuerpo más grande y fibroso que hace años.

—Hades —gemí apoyándome en la pared de la ducha para no desfallecer.

Agarró mi pelo húmedo y tiró suavemente hacia atrás saboreando mi cuello con besos y mordiscos húmedos que me ponen a temblar.

Seguía restregando su erección contra mi culo. Saber que está así de caliente por mi me pone por las nubes.

—¿Qué deseas, mi diosa?

Ohh, mierda. Ese mi diosa es mi debilidad.

Con él todo es tan sensual, tan ardiente, tan todo que es abrumador y aun así quiero más. Me encanta hasta que seamos unos guarros desatados estando juntos.

—A ti —jadeo.

—¿Qué quieres que te haga?

—Quiero sentirte.

Su risa contra mi oreja me hizo estremecer. Que bueno es.

—Te deseo a ti, solo a ti -giro la cabeza en su dirección buscando sus labios.

—Voy a hacerte mía, mi diosa.

Me hace gira despacio para quedar de frente. El vapor de la ducha y estar tan cegada de placer me hace sudar, mi temperatura debe superar al sol.

Sus labios se acercan a los míos. Tan apetecibles, tan húmedos, tan rojos. Están a unos centímetros de tocar los míos...

BIP-BIP-BIP.

¡NOOO!

Abro los ojos.

Un sueño.

Un sueño precioso.

La maldita alarmada podía esperar a que terminara. Al menos dejarme llegar a la parte buena.

Me senté en la cama y me pasé las manos por la cara frustrada y enfadada conmigo misma por soñar esas cosas de un hombre que ya no es mío.

Volver a verlo había acabado con mi estabilidad emocional, la poca que tengo.

Ni siquiera habíamos cruzado una mirada y ya me volví loca de deseo por él.

Es normal, no? ¿Quién no siente deseo por ese hombre? Más ahora que había madurado en el buen sentido. Su cuerpo más musculoso y atractivo que de adolescente. Su cara también cambió ligeramente a una mandíbula más definida y sexy.

Y ese rollo tan ardiente que me da pensar que podría adoptar el rol de papi castigándome...

¡Por dios!

Esto no va a bajar mi temperatura y mi lívido.

Estoy falta de sexo desde...de buen sexo desde él, la verdad. Y de sexo en general desde hace bastante tiempo.

Estoy sudando y se me pegó la ropa al cuerpo, tengo la boca seca y el pecho me sube y baja con respiraciones aceleradas después de semejante sueño.

Hacia mucho tiempo que no soñaba con él. Me había costado bloquearlo de mis pensamientos y fantasías pero lo había conseguido y ahora de un golpe otra vez despertándome caliente por él.

Es bueno hasta en mis sueños. Como le odio.

Los siguientes chicos con los que intenté tener algo no le llegaban ni a la suela del zapato. No tenían lo que a mi gustaba, no me satisfacían, no entendían lo que me gustaba y lo que no. Fue un desastre, me arrepentí de intentar algo con ellos. Llegué a intentar algo serio con tres chicos, casi cuatro. El cuarto no llegó muy lejos porque las notificaciones que tanto hacían sonar su móvil no era precisamente de su madre pidiéndole que compre pan.

Esclava de ti [Esclava #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora