capítulo 2

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Una vez que ambos tomaron asiento en una de las mesas, el menor ya estaba mareado y aún así Rex seguía dándole pequeñas cantidades de ginebra, al parecer lo veía más divertido estando ebrio.
Y las horas pasaron y pasaron.

- Y ¿Por eso te dejo? - pregunto el mayor - pero si tú eres adorable - exclamó.

- Lo sé, eso fue lo que yo le dije.

- Olvídala - aconsejo Rex - ella no te merece.

En ese momento sus palabras parecían ser para si mismo, y su mirada reflejaba un vacío. Al observar todo eso, el menor pregunto.

- Y usted ¿Alguna vez tuvo una mala experiencia amorosa?

El lugar quedó en silencio, Dangervest nunca habia tenido está conversación con alguien y menos un extraño, sin embargo, tal vez era el alcohol en su cabeza hablando, pero por un momento se pregunto: "¿Por qué no?". Y entonces una larga charla empezó.

A pesar de estar mareado, el mesero Brickowski tomo mucha atención mientras Rex se desahogaba por primera vez.

Aquella platica solo tomo unos minutos, el tiempo que Rex nunca se dió antes. Sin embargó, lo hacía ahora junto a un extraño. Definitivamente era el alcohol hablando por él.

- Y desde ese día aprendí que... Solo puedo confiar en mí mismo - culmino su narración con un final bastante amargo.

- Cuánto lo siento mi Rex - consoló - pero... Ella no... Hic... Ella no te merece.

- Lo sé - menciono y entonces pensó para si mismo - Pero nadie más me lo había dicho .

-  Aún que, mi romance fue peor que el tuyo - susurro dejándose oir por el mayor.

- ¿Asi? - pregunto malicioso - entonces puedo decir que mi vida es peor que la tuya.

De repente la conversación se volvió en una competencia de quién tuvo una pero infancia.

- Pues - pensó unos segundos - nadie vino a mi fiesta de cumpleaños - dijo el menor.

- Yo nunca tuve una fiesta.

- Yo me fui de casa a los 17.

- Pues yo me pelea a golpes con mi padre.

- Pues... Pues, ¡Yo maté a un hombre!.

De repente el local quedó en silencio y unos segundos después, una fuerte carcajada se escapó por parte de ambos.

Ref.: amigos salvajes.

Nuevamente regresaron al tema de los corazones rotos.

El menor se lamentaba pues a pesar de haber tenido un relación fallida, nunca dió su primer beso. Algo que realmente sorprendió al mayor, pues el había hecho cosas mucho peores que unos cuantos besos.

- Entonces... Aún eres virgen de labios ¿Eh? - pregunto el mayor en un tono travieso mientras se levantaba de su asiento - Y ¿Qué harías si una mujer, fríamente intenta robarte algo tan preciado como lo es tu primer beso? - fingía preocupación.

- No la dejaría... A menos que sea especial.

El mayor camino hasta las flores que iban destinadas a una mujer, sin embargo, actualmente había cambiado su objetivo, ya que, mientras el menor aún permanecía en su asiento, Rex se acercó por detrás  y lo sorprendió con un bello ramo de flores.

- ¿Qué tal si primero intenta seducirte con amabilidad?

- Son muy lindas - dijo contento refiriéndose a las flores - pero ¿No debería regalarlas yo? - cuestionó.

El mayor apoyo una de sus manos en la espalda del menor provocando que ambos se vieran fijamente.

- ¿Qué tal si intenta robarte más que un beso? - Dangervest se acercaba más a Emmet en cada movimiento, hasta empezar a susurrarle al oído - Tal vez planea seducirte.

- No creo que alguna chica planee eso... Se-señor...

Las mejillas del menor se iban tornando rojas, sin embargo, ya no era debido al licor, ahora era gracias a las caricias de Rex, quien con su mano acariciaba la mejilla del menor, atrayendo su rostro hasta recuperar el contacto visual. De pronto ya no podía respirar adecuadamente, le faltaba el aire, una sensación extraña nunca antes había experimentado.

Era la primera vez que Brickowski se sentía así de nervioso, su cuerpo tenía un cosquilleo y solo podía dejarse llevar, pues su mente, hace mucho que dejó de funcionar.

La mano de Dangervest se desvío hasta acariciar el labio inferior del menor, provocando que suavemente abriera un poco la boca dejandolo libre para cualquier intruso.

- Justo ahora, serías devorado por cualquiera que te vea de esta forma - susurro el castaño. Rex soltó una pequeña carcajada y dejo al menor jadeando, lentamente se alejo para volver a su asiento pero...- Ja, tienes suerte de que no me interesen los... Niños - fallo.

Aclaro su garganta y trato de mantener la compostura, su objetivo era avergonzar al menor hasta que pudiera burlarse de él, jamás imagino que aquel muchacho hubiera puesto una expresión tan lasciva. Y mucho menos imagino que aquello levantará un bulto en su entrepierna.

Rápidamente giró, dándole la espalda a Emmet.

- ¿Señor? - pregunto el joven algo preocupado - ¿Se encuentra bien? - puso las flores sobre la mesa y trato acercarse a Dangervest, sin embargo, la falta de equilibrio hizo lo suyo, y en su lugar estaba a punto de caer empujando al mayor. Por fortuna este se volteo a tiempo y solo cayó sobre su pecho.

Rex lo agarro a tiempo pero cuando se dió cuenta, sus manos traviesas acariciaban la cintura de Brickowski, provocando en este universo leve cosquilleo que ocasionó un sonido que jamás había provocado antes.

- ahg... - un gemido se escapó de sus labios, por lo que rápidamente se cubrió la boca con ambas manos.

Dangervest batallaba por no atacarlo, después de todo, solo era un niño y lo acababa de conocer. El menor se enderezó pero las manos de Rex no se apartaron hasta que se dió cuenta. Levanto las manos a la altura de la cabeza como si estuviera siendo arrestado, lo que le causó gracia al Brickowski.

- Está arrestado por manosear a un menor - bromeo mientras aún se apoyaba en el pecho de Rex y entonces este respondió.

- Oh~... Pensé que era por exceso de belleza - dijo regalando un pequeño guiño al niño, lo que le causó aún más risas - ¿De que te ríes? - de quejo mientras pellizco las mejillas de aquel muchacho.

Emmet se quejo con las pocas fuerzas que tenía, eran altas horas de la madrugada y su cuerpo ya estaba cansado. Tras pequeños bostezos, al final, el menor cayó dormido en los brazos del mayor, quien lo sostuvo antes de que sus piernas lo dejarán caer.

Soltó un suspiro, sin saber que hacer, y poco después la luz regresó.

Podía irse sin ningún problema, pero eso significaría dejar al menor solo en la tienda, a menos que decidiera llevarlo. Y no se dijo más.

Al día siguiente, el dueño llegó y vio la tienda abierta.

- ¡¡¡EMMET!!!

Continuará.

Coffee - remmexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora