Capítulo 3

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Era un nuevo día, hermoso, soleado.

Perfecto para cualquiera... Que no tenga resaca como lo era el caso de Emmet. Quien despertó soltando un grito que despertó a todos los del edificio.

- ¡¿Dónde estoy?!

Había despertado en cuarto que no era el suyo, ¿Sería un secuestro?. Obvio no, no tenia dinero para su propio rescate. Entonces que tal si querían usarlo para traficar droga en su pobre cuerpito.  Se imaginaba lo peor hasta que alguien toco su puerta segundos antes de entrar.

- Veo que ya despertaste - dijo el mayor.

Su cabello estaba despeinado y su vestimenta no era la misma que la noche anterior, ahora usaba una pijama azul con dibujos de dinosaurios verdes que iban a juego con una taza azul metálico con la letra "R" de color verde.

No sé adentro al cuarto pues se apoyo en el marco de la puerta, mientras daba un sorbo a su café matutino.

- ¿Cómo lo supiste? - pregunto el menor al borde del llando y abrazado a su almohada, estaba asustado.

- El enorme grito fue una pista.

- Ohw...

Luego de contarle como terminaron las cosas, omitiendo los detalles del coqueteo entre ellos, al final, Emmet se calmo y agradeció el hospedaje.

- Eso explica el dolor de cabeza - sonrió apenado - entonces ¿Solo bebimos y me quedé dormido?

Aquella pregunta hizo que Dangervest se atore, ya que, al ser resistente a las bebidas alcohólicas podía recordar perfectamente cada cosa de aquella noche.

- Por supuesto ¿Por qué preguntas? ¿Dudas de mi? - miro en tono acusador y un expresión de indignación.

- ¡No!, por supuesto que no - negó - claro que no te conozco de nada pero, creo que puedo confiar en una persona que me trajo a su casa en la noche sin mi consentimiento - sonrió.

- See... Mejor demos un paseíto.

Rex le mostró la casa a su pequeño invitado, lugares como el gimnasio, la sala, su propio casino que tenía un Villar, su sala de cine, una biblioteca y de entre esos lugares la cocina. Todo era increíble, salvó por una cosa.

- Es un chiquero...

La sala estaba llena de cajas de pizza y vasos de smoothie de frutilla, ya que, al parecer era lo único que comía.

Mientras las otras habitaciones eran igual de desordenadas. Sorprendente considerando que era un millonario, dueño de una automotriz.

La cocina parecía estar llena de platos sin lavar.

- ¿Estás seguro de que no hay nada... Vivo ahí?.

- No hasta donde yo se - dijo con suma tranquilidad para sorber su taza de café.

Aquello fue suficiente para espantar al menor que cuanto antes quería salir de ahí, agradeció la amabilidad, sin embargo, el lugar era horrible y tenía que llegar al trabajo cuánto antes. Rex estaba en una situación similar pues lo habían llamado a la oficina, por lo que se ofreció a llevarlo, algo que con gusto el menor acepto, ya que, no tenía ni la menor idea de en dónde estaba.

El chófer llegó a los pocos minutos y se llevó a ambos, mientras Dangervest atendía algunas llamadas el menor quedó asombrado con la vista de la gran ciudad, los enormes edificios con carteles gigantes, era simplemente increíble.

No tardaron mucho en llegar a la cafetería, Emmet bajó del auto no sin antes agradecer y mientras se iba el mayor lo llamo a su lado de la puerta, lo que hizo preguntarse al menor que podría querer, y en medio de esos pensamientos fue cuando su cabeza pensó, ¿Qué sucedió con la cafetería?

- olvidas tu celular niño - dijo el mayor entregando dicho objeto, y por entregar me refiero al hecho de lanzarlo sin cuidado - por cierto, un viejo te llamó.

- ¡¿Qué?!

- Grito algo así como "¡¿Dónde carajos estás Emmet?!".

- ¡¿Por qué no me lo dijo antes?! Y ¿Que fue lo que respondió? - cuestionó angustiado.

- Bueno, tenía una leve resaca, no sabía quién era y fue muy grose, así que colgué.

- Le colgó a mi jefe...

- Upss... Suerte campeón.

- ¡Espere!

Y sin más se fue.

El menor se había metido en un serio problema, uno que muy pronto se convertiría en lo mejor que le pudo haber ocurrido.

Por otra parte Dangervest trato de fingir que no ocurrió nada la noche anterior, se repetía una y mil veces que a él le gustaban las mujeres y que ningún hombre y mucho menos un niño iban a cambiar eso. Aún no sabe lo equivocado que está.

Llegó a su lugar de trabajo hecho una furia.

- Buenos días Sr. Dangervest

- ¡¿Qué tienen de "buenos"?! - Subió al ascensor lo antes posible y llegó al piso deseado. Camino apresurado hasta su secretario para secuestrarlo - Connor, a mi oficina ahora.

El rubio siguió la orden, y en cuanto entro un interrogatorio comenzó.

- ¿Que sucedió con Jenny ayer por la noche? - cuestionó el castaño mientras se dejó caer en su silla dando un giro de 180° para ver la bella vista que ofrecía su oficina.

- ¿Qué sucedió contigo ayer? Ella te espero en su casa como acordaron y nunca llegaste.

- Sucedió un incidente, nada importante - algo muy importante - una persona se interesó en mi - en realidad fue al revés - me quede por asuntos importantes, algo de negocios - no tenía nada que ver con el trabajo - y al final no pude irme - al fin una verdad.

- Okey... ¿Y ese número sobresaliendo en el bolsillo de tu chaqueta?

- ¡¿Dejo su Número?! - reviso sin encontrar nada.

- Ninguno. Rex, ni siquiera llevas el mismo traje de ayer.

-... Ya lo sabía.

- A-já... ¿Quien es ella?

- ¡Nadie!... Solo pregúntale a Jenny si aún quiere un encuentro conmigo.

Rex buscaba desesperadamente probarse así mismo que aún estaba interesado en las mujeres, por lo que esa noche arreglo un reencuentro con una "compañera".

En esta ocasión no hubo nada que lo detuviera de tener una cena con su acompañante y todo salió como lo esperado, salieron del restaurante a la hora indicada, listos para llegar a la casa de Jenny, y por su puesto que la noche no iba a terminar ahí, una vez dentro del hogar de aquella mujer, Dangervest estaba dispuesto a tener una noche de placer, dispuesto a continuar su vida como si nada hubiera pasado aquel día, sin embargo, las cosas no salieron como lo esperado.

- Rex... ¿Por qué aún no está erecto?.

- Solo dale un minuto... Estoy seguro que ya casi.

- ¡¿Es en serio?!

Lo único que Rex recibió esa noche fue una fuerte cachetada.

Una vez que la mujer lo echo de su casa camino bastante furioso.

- ¡Ay, por favor! - bufó - Esto no puede estar pasando, si esa noche tú... - De pronto, recordó aquella expresión en el rostro de Emmet y entonces su amiguito despertó - Me estás jodiendo...

Continuará.

Coffee - remmexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora