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Día de la boda. Nunca había estado más nervioso en mi vida. Dice no había dormido conmigo en la noche, de hecho, no lo había visto desde la tarde anterior. Desapareció de la nada. Eso solo me daba más nervios.

Naomi se encontraba en mi cabaña emocionada. Ella sería la encargada de vestirme. Estaba revisando algunas ropas que habían traído para mi. De vez en cuando tomaba mis medidas.

Yo miraba por la ventana. Estaba muy nervioso y a la vez emocionado. Ni yo me creía que me iba a casar y en tan poco tiempo. Pero estaba seguro de que algo muy fuerte me ataba a Dice y presentía que era la decisión correcta.

Miré al cielo y sonreí. Madre, si estuvieras aquí, ¿estarías feliz por mi? Ojalá y si lo estés. Tu pequeño niño se va a casar en unas horas.

—¡Ya está!— sentí la voz emocionada de Naomi.

Volteé a verla. Ya había terminado de escoger mi traje. Consistía en una camisa transparente, cubierta por un chaleco blanco con botones dorados. El chaleco no tenía mangas, sino unos vuelos dorados que cubrían la mitad de mis brazos. El pantalón también era blanco y por supuesto, no había zapatos. Realmente me encantó la combinación.

—¿Qué me dices? Es lo más bonito que hay—

—Me encanta— sonreí.

Me cambié y me quedé sentado en la cama mientras Naomi me maquillaba. Más bien, me pintaba marcas verdes de colmillos en las mejillas. Sonreí al verlas, me recordaban mucho a la marca de Dice. Estaríamos iguales.

—Bien, listo. Te ves divino cariño— Naomi tenía los ojos llorosos.

—La próxima serás tu— dije y ella asintió.

Azael entró en la cabaña con una corona de flores blancas y doradas.

—Las chicas y yo lo hicimos— me lo dió.

Acaricié su cabeza suavemente. Era hermoso ciertamente.

—Gracias. Y dile gracias a las chicas también—

Él asintió emocionado y salió de la cabaña dando saltitos. Miré a Naomi quién aprobó la corona. Me la colocó delicadamente. Ya estaba listo. Ahora solo debía esperar a que fuera de noche, pues nos casaríamos en luna llena. No faltaba mucho realmente, pero sentía que debía pasar una eternidad.

—No estés tan nervioso Kotarou. Ponte nervioso cuando se hayan casado. Te juro que Dice no te soltará en toda la noche—

Me sonrojé hasta las orejas con lo dicho por Naomi. ¿Se refería a... eso? Ella se empezó a reír y después de unos segundos reí yo también.

—Bueno, venga. Tenemos que irnos, la luna pronto estará en su punto— me dió la mano y salimos de la cabaña.

Toda la aldea estaba decorada con luces y flores. Sonaba una suave música que era tocada por los músicos de la manada. Fuimos al centro, justo donde esperaba Dice. Se veía muy guapo.

Tenía su pecho desnudo, como siempre, pero llevaba una capa y un collar con la pata de un lobo. En su cabeza había una corona de flores igual, pero más sencilla. En su pecho había pintado un rasguño. Realmente muy guapo.

—Vamos. La ceremonia empezará— dijo Naomi.

Me llevó hacia donde estaba Dice. Todos en la aldea sonaban felices y emocionados. Los nervios me estaban ganando, pero seguí firme.

—Cuidamelo— dijo Naomi cuando me dejó frente a Dice y luego se retiró.

—Te ves muy lindo— susurró mi alfa.

—Tu no te quedas atrás—

—Bien, hora de iniciar— interrumpió el abuelo Seris.

Hizo que nos tomaremos de la mano y nos miráramos fijamente. Los ojos verdes de Dice me dieron tranquilidad. En ese momento solo éramos él, yo y el abuelo Seris.

—Bien, comencemos con los votos. Dice—

—Yo, Dice, líder de esta manada, me entrego completamente a ti y prometo ser fiel y protegerte siempre. Deseo armar un futuro a tu lado y que ambos dirijamos la manada juntos. Estoy decidido a hacer todo por la persona que amo—

Me dejó completamente sorprendido. Algo así debía decir yo. Sus palabras me hicieron sentir el ser más amado en este planeta. Tomé aire y seguí.

—Yo, Kotarou, aceptó entregarme a ti como tu esposo, Omega y compañero de toda la vida. A pesar de ser un humano prometo ser un igual para ti y protegerte de igual forma. Estoy dispuesto a tomar esa responsabilidad por la persona que amo—

Pude ver un brillo en los ojos de Dice cuando hablé. Se emocionó.

—Luego de los votos, Dice, ¿aceptas a Kotarou como tu compañero de por vida?— mencionó Seris.

—Lo acepto—

—¿Kotarou?—

—Yo también acepto—

—Ahora las marcas de unión— se refirió a las mordidas.

Dice pidió permiso con la mirada, yo asentí. Se inclinó un poco y colocó su boca en mi cuello. Mordió suavemente, yo hice lo mismo con su cuello. Ahora estábamos unidos por la eternidad.

Todos en la aldea empezaron a gritar emocionados. Volteé a ver a Naomi quién estaba llorando mientras reía. El anciano Seris también sonreía.

Dice me observó. Yo lo observé. Tomó mi mentón con su mano y alzó mi cabeza. Depositó un suave beso en mis labios. Tomó mi mano y nos dirigió hacia el centro de un círculo que los demás formaron.

Ahí, bajo la luz de la luna llena, bailamos. Ya estábamos unidos formalmente, ahora solo quedaba un futuro por delante. Y la noche de bodas. Dios, me puse nervioso. ¿Los lobos tendrán las mismas tradiciones que los humanos respecto a eso?

—Kotarou, es hora de irnos— susurro Dice en mi oreja.

Sentí un escalofrío recorrer toda mi columna vertebral al oírlo. Nuestras manos aún seguían juntas y sentí como apretó su agarre.

Comenzamos a caminar lentamente hacia nuestra cabaña. Los nervios se apoderaban de mi cuerpo a medida que nos acercábamos.

Cuando entramos me cargó como una princesa y me llevó hacia la cama donde me depositó con cuidado, como si de una pieza frágil de vidrio se tratara.

—Solo voy a decir que si no quieres hacer nada esta noche voy a comprenderlo— sonó comprensivo.

Eso me resultó tierno y amaba esa parte de él. En respuesta tomé su nuca y lo acerqué para besarlo.

—Si quiero hacer esto— dije decidido.

Él asintió y así empezó nuestra noche de bodas.

Él asintió y así empezó nuestra noche de bodas

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El Omega del jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora