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—Solo voy a decir que si no quieres hacer nada esta noche voy a comprenderlo— sonó comprensivo.

Eso me resultó tierno y amaba esa parte de él. En respuesta tomé su nuca y lo acerqué para besarlo.

—Si quiero hacer esto— dije decidido.

Él asintió y así empezó nuestra noche de bodas.

Ambos estábamos acostados en la cama besándonos apasionadamente. Sentí su lengua en mi boca, explorando todos los rincones. La mía también jugó en su boca.

Empezó a acariciar mi cintura con una mano, mientras que apoyaba su peso con el brazo para no caer sobre mi. Yo también empecé a tocarlo. Quería explorar su cuerpo por completo. Me daba curiosidad.

Toqué su fuerte pecho mientras el me seguía acariciando. Las marcas en su pectoral lo hacían ver aún más sexy. Bajó sus besos a mi cuello y lamió la mordida que había hecho anteriormente.

Lo separé un poco para ver sus hipnotizantes ojos verdes. Su rostro mostraba exitación, jadeaba repetidamente y me veía como si de un cazador se tratase. Yo era su presa.

La verdad estaba un poco asustado. Nunca había hecho algo así antes, era mi primera vez con un alfa. Pero Dice era gentil.

Sonreí y me quité los primeros botones del chaleco, dejando expuesto mi pecho cubierto por la fina tela transparente. Quité ambas coronas de flores y las coloqué en el suelo para que no se estropearan.

Lo ví quitarse su capa y dejarla caer al suelo. Volvió a unir nuestros labios y pasé mis manos por su espalda. Me sentó sobre sus piernas un momento para quitarme el chaleco y la camisa mientras me besaba. Volvió a recostarme en la cama para sacarme los pantalones.

Mi entrada se encontraba muy mojada en ese momento y ni siquiera estaba en celo. Es que estaba muy exitado. Nuestras feromonas se descontrolaron y se mezclaron creando un ambiente más esponjoso.

Aprovechando que estaba distraído besé su cuello, justo sobre la marca que yo le había hecho, eso lo tomó de sorpresa. Él dejaba en mi pecho besos profundos que le dejarían marca y una que otra mordida, aunque nada que no se pueda cubrir.

Sentí como empezó a frotar su erección contra mi cuerpo desnudo. Comenzó a simular embestidas en lo que lamía mi cuello. Justo en ese momento estaba sintiendo algo que no podía explicar. Placer.

—ah~— Se escapó de mis labios por el roce de nuestras intimidades.

Bajé torpemente mis manos a su pantalón y comencé a tirar de él para sacarlo, cosa que no funcionó. Él pareció darse cuenta de lo que quería, me hizo caso y se lo quitó. Su erección era enorme y empezaba a preguntarme si realmente eso cabría en mi.

Jugó un rato con mis pezones los cuales se habían puesto erectos y muy sencibles. Yo acariciaba su pecho mientras compartíamos un beso apasionado. Segundos después decidió bajar sus besos por todo mi cuerpo, hasta mi intimidad. Los lugares que besaba ardían, como si tuviera fuego en mi cuerpo.

Un jadeo escapó de mi boca cuando lo sentí besar y lamer mi miembro. Luego pasó a lamer mi mojada entrada.

—¡Ah!— solté de la impresión.

—Delicioso— relamió sus labios y acaricié mis muslos.

—C-Callate, no digas eso— Tartamudeé nervioso.

Terminé por correrme con solo la estimulación en mi entrada. Era muy vergonzoso. No podía creer que esto en verdad estaba pasando. Dice alzó su cabeza y me miró pidiendo permiso. Asentí dándoselo.

—¡Ah!— grité por la intromisión de dos dedos en mi entrada.

Los dedos de Dice eran largos y gruesos. Mi miembro volvió a ponerse erecto.

_Perdón. ¿Fue mucho para ti? ¿Quieres parar?— Negué con mi cabeza.

Empujé inconscientemente mis caderas contra él. Sus dedos entraron un poco más profundo. Gemí al sentirlo.

Su miembro palpitaba, lo podía sentir pegado a mis piernas. Tomé su muñeca e hice que retirara sus dedos de mi interior. Le di la señal de que podía entrar.

Mis ojos estaban cerrados y estaba respirando entrecortado. Quería tenerlo dentro de mi de inmediato. Abrí un poco mis ojos para verlo detalladamente. Sus mechones negros caían por su frente y sus ojos verdes tenían más brillo que nunca.

—Voy a entrar— Me avisó.

Y eso hizo. Mordí mi labio inferior para evitar gritar y arqueé su espalda al sentirlo dentro. Era muy grande y estaba seguro de que no había entrado todo. Cuando estuvo por completo dentro solté un gemido de satisfacción.

Me besó y yo le correspondí. Jugó un poco con mis labios, yo hice lo mismo. Moví mi cadera y él comenzó a embestir. Mis manos se dirigieron a suespalda y me aferré a esta, y mis uñas se enterraron en su piel, no muy profundo.

Nos separamos del beso por aire. Dice seguía embistiendo, está vez más fuerte y profundo. Sentía que me partiría en dos. Solo podía gemir su nombre muy alto, quizás los de la manada nos escucharían. Pero eso no era importante en estos momentos.

-¿Estás bien?- Preguntó preocupado

-Si- respondí entre gemidos mientras acariciaba su espalda.

Sentí que pronto llegaría. Incliné un poco más su cuerpo sobre mí y mordí su cuello nuevamente. Él hizo lo mismo un poco más fuerte que yo. Tal vez deberíamos acostumbrarnos a morder nos mutuamente.

-Dice~— Gemí su nombre— Voy... A...- dije entrecortado y sin terminar la frase, sentía que me iba a correr.

-Yo también. ¿Debería hacerlo afuera?— preguntó con preocupación.

Lo miré unos segundos. Si se venía adentro habían posibilidades de que quedara embarazado. Pero eso no importaba ahora.

—Alfa tonto— regañé.

Enredé mis piernas sobre su cintura, evitando que escapara. Él se sorprendió pero siguió con su labor mientras sonreía con picardía. Se corrió en mi interior, su semen se sentía caliente. Yo también me corrí, manchando nuestros abdómenes y un poco las sábanas

Terminamos agotados. Traté de recuperar el aliento y Dice hizo lo mismo. Salió de mi interior lentamente y se acostó a mi lado.

-¿Estás bien?- Me preguntó

Sonreí y asentí. Se sintió fenomenal. Ahora habíamos consumado el acto de amor. Estábamos unidos completamente, cuarto y alma. Y no podía esperar a ver qué nos deparaba el futuro.

 Y no podía esperar a ver qué nos deparaba el futuro

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El Omega del jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora