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—Hablemos de cosas de Omegas— propuso.

Ambos estábamos agachados en el río, dejando que el agua cubriera gran parte de nuestros cuerpos. Naomi notó que estaba un poco nervioso y me lanzó un poco de agua a la cara.

—Venga. Deja el nerviosismo. Hay confianza — me sonrió.

—¿Por dónde deberíamos empezar?— pregunté mirando su expresión concentrada.

—No lo sé. Que tal si me cuántas sobre ti. ¿Qué hacías en la ciudad humana antes de llegar a este lugar?— dijo curiosa

—No me gusta mucho hablar sobre mi vida. Mi padre nos abandonó a mi madre y a mí hace muchos años. Viví con ella hasta hace medio año. Ella falleció por cuenta de una enfermedad— expliqué.

—Siento mucho tu pérdida. Debió ser duro— mencionó entristecida —Yo no recuerdo nada sobre mis padres. Esta manada me acogió cuando era muy pequeña—.

—Si, Dice me mencionó algo de eso antes— ella sonrió.

—Dice es un tonto, pero es buen chico. Fue mi primer amigo al llegar a la manada—

Reí ante lo dicho. Continuamos hablando por un rato más, conociéndonos y reforzando la amistad que presentía que llegaría lejos. Ella era muy carismática. Me comentó algunas tradiciones de la manada, yo le comenté como había llegado al bosque en primer lugar. Ella sintió ganas de patear a ese bastardo.

 Ella sintió ganas de patear a ese bastardo

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Volvimos a la aldea una hora después. No había señal de Dice por ningún lado. Naomi dijo que no me preocupara, que lo más seguro es que estuviera resolviendo un problema de la manada. De igual manera no pude evitar que la preocupación invadiera mi pecho. Tal vez me había acostumbrado rápidamente a la presencia de Dice cerca de mi, cuidándome.

—Hola chicos— sentí la voz de una mujer a nuestras espaldas.

Naomi se volteó emocionada hacia esa persona, yo volteé de manera tímida. Era Danna, la loba con la que Naomi habló la noche anterior en la ceremonia. Pude notar un ligero sonrojo en el rostro de ambas. Estas dos ocultan algo, lo sé, y planeo descubrirlo, aún si tengo que interrogar a Naomi hasta el cansancio.

—Es un placer conocerte joven Kotaro— me extendió la mano la cuál acepté con gusto —No pude saludarte apropiadamente en la ceremonia. Me disculpo por eso—

—No te preocupes— le sonreí con confianza.

—Espero que puedas cuidar bien de Naomi cuando me toque ir de caza— pidió tranquilamente.

Naomi se sonrojó.

—¿Pero que dices Danna? Puedo cuidarme perfectamente bien sola. Además, sería yo quién protegiera a Kotarou— reprochó tiernamente.

—Lo se cariño. Pero aún así me preocupas— Apartó los mechones del rostro de Naomi y besó su frente.

Danna se despidió de nosotros y miré a Naomi fijamente, pidiendo respuestas. Ella me miró un poco incómoda y suspiró para por fin hablar.

El Omega del jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora