capitulo 1

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                                                                                                             Hace 25 años

Elfina wínchester

A mis 35 años de edad nada se iguala a todo lo que he pasado, a lo que he vivido en estos últimos años con mi esposo, Carlos wínchester, el hombre con el que he decidido a pasar todos los años de mi vida a su lado, cosa que nunca había dudado asta estos últimos días que se ha puesto mas recio y alejado luego de preguntar por la ultima puerta del pasillo de la mansión, no ha querido hablar mucho conmigo.

Dos días después

--Toma, tus pastillas—me recordó Carlos, luego de el descubrimiento no comento nada hasta ayer que me ofreció unos medicamentos que me había prometido conseguir por mi problema del asma, el cual lo sufro desde que tengo 15 por un accidente de mi infancia del cual no quiero recordar los momentos.

--Gracias—y no bien termine de agradecer, desapareció de mi vista, busco un vaso de agua en la cocina, miro las pastillas en mis manos, nunca vi tipos de pastillas con ese color, verde oscuro con unas letras pequeñas en blanco F6. Dejo mis dudas y me echo a la boca las dos pastillas, inmediatamente le doy un sorbo a el vaso de agua que tenía en la mano, siento como las pastillas pasan atravesando de mi garganta dándome una sensación algo incomoda.

Al pasar los días seguía tomando las pastillas que Carlos me ofrecía ya que mínimo para ver resultados era necesario tomarlas unos cuantos días, ya llevaba una semana tomándolas y para ser sinceros no siento grandes cambios.

Voy a la sala para organizar el desastre de juguetes de mi niño hermoso, de un momento a otro me empezó a atacar un mareo, todo daba vueltas ante mis ojos. Me agarré de la mesa central de la sala, me fui apoyando asta lograr sentarme en el sillón hueso de lana.

--cariño, estas bien ¿--no sé en qué momento Carlos se coloco a mi lado acariciando mis hombros, asentí sin darle la mayor importancia, seguro fue porque no desayune.

-- El niño sigue dormido ¿, a esta hora ya estaría desayunando—pregunte dejando de lado el mareo repentino.

--De paseo con el tío May, se quedará haya esta noche, tendrá una pijamada con su primo favorito—responde tranquilo, asiento, necesito descansar un rato.

Son las 10 de la noche y a decir verdad me encuentro peor, los mareos no han parado y no veo prácticamente nada, todo esta borroso ante mis ojos. Me levanto de la cama y voy a tropezones al baño, lavo mi cara y aun así ni siquiera logro ver mi reflejo. Carlos aparece detrás de mí, me abraza de espaldas y yo cierro los ojos suspirando de paso.

Luego de unos segundos así se separa de mí, intento hablar, pero la voz no me sale, me desespero y lo tomo de los hombros con lagrimas en los ojos. Pensé que me ayudaría, pero. sonrió al ver mi aspecto, la sonrisa más amplia que había visto en él, despego mis manos dejándome caer, no paso mucho para que todo se volviera oscuridad...

el caso de la familia wínchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora