Galletas

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Los créditos de esta historia van así:

 

Idea original: ⋇⋆💭ᴶᵃⁿ 𖡽*•̩̩͙•̩̩͙*˚ (@Hunting_Whor3s): https://x.com/Hunting_Whor3s?t=COcJDQqtqmPNl91tGibPkw&s=08

Escrito a mano: No fue realizado en este capitulo

Escrito a word: LunaSaori

Primera revisión: Jan (@Hunting_Whor3s¨)

Beta: Noe Bell








Fue en su día libre que pudo conocer bien a la amiga de Alastor, Rosie. Tuvo que llegar el fin de semana, pues era cuando Lucifer disponía de tiempo libre para permitirse hablar con la carismática y enérgica mujer. Y afortunadamente para él, en el trabajo no volvió a surgir algún contratiempo que lo hiciera llegar tarde a casa y eso era algo que agradecía bastante. ya había demorado bastante aquel día y no tendría el valor de decirle a la vecina que la misma rutina podría repetirse de manera consecutiva.

Cuando la conoció, Rosie se engalanaba en un vestido color magenta, resaltando sus rubios mechones. Encandiladores orbes negros seguían atentamente los movimientos de Lucifer. Una grácil mirada oscura que se contrastaba ante la natural palidez que poseía su piel. El padre soltero contuvo su asombro y apretó los labios antes de aceptar, o bien… declinar.

Era una musa del siglo pasado, le brindaba esa sensación de comodidad que era inenarrable, perturbadoramente familiar. No pudo pensar algo malo respecto a ella o siquiera objetar ante su propuesta, Charlie se acercó a ellos y fue suficiente el hecho de cómo la mujer, con una tierna y aperlada sonrisa se dirigía a su princesita.

A gachas y prestando atención, dejó que la rubiecita tomara su sombrero de ala ancha. Y tras contemplar conmovido la interacción de ambas, se convenció de que sería la mejor decisión, además, entre más hablaba Rosie de hipotéticas actividades que podrían hacer mientras esperaban por el, la menor más se emocionaba con ello, dando algunos saltitos después de pellizcar y doblar brevemente las flores del sombrero perteneciente a la que sería su próxima tutora. Mirándolas más de cerca se podía notar que estas solo eran rosas rojas resecas que, según la mujer, eran un pequeño tributo a su difunto marido, una pequeña señal de luto; fue lo respondido a la curiosidad de la niña.

Llegaron al acuerdo de que Rosie cuidaría de la pequeña Charlie en cuanto esta saliera de la escuela, igual que siempre, Lucifer pasaría por su pequeña y la traería de vuelta a casa. Al menos en ese sentido, podía sentirse tranquilo de que su pequeña manzanita no tendría que esperar mucho para que Rosie llegara y la pudiese cuidar, realmente era un peso menos.

El ritmo de su trabajo parecía no querer disminuir. Conforme pasaban los días, en una tarde de trabajo, fue  cuando finalmente pudo darse el gusto de conocer con el mejor reportero de la revista, Fizzarolli. Un joven que, si bien tenía la voz rasposa, era su personalidad aquello que cautivaba a cada persona que entrevistaba, además, sospechaba que poseía el irrisorio talento necesario para los trucos de un payaso. En una tarde, mientras regresaba al trabajo después de llevar a Charlie a casa, lo descubrió mofándose de una manera algo grotesca, pero acertada, acerca de Mammon. Los compañeros que estaban riendo e incluso el mismo Fizzarolli, se quedaron callados en cuanto lo vieron acercarse, los demás  atinaron a huir, excepto el principal culpable, pues esté se quedó.

Azúcar, por favor vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora