Añoranza

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Los créditos de esta historia van así:

 

Idea original: ⋇⋆💭ᴶᵃⁿ 𖡽*•̩̩͙•̩̩͙*˚ (@Hunting_Whor3s): https://x.com/Hunting_Whor3s?t=COcJDQqtqmPNl91tGibPkw&s=08

Escrito a mano: LunaSaori

Escrito a word: LunaSaori

Beta: Noe Bell








—Cuando vi el titular, querido, no pude evitar venir de inmediato.

En la casa del castaño, Rosie bebía de una taza de café, con un poco de azúcar, cosa curiosa porque cada vez que iba al hogar del locutor, este nunca tenía el dulzante que necesitaba, así que, por lo regular, ella llevaba un poco, pero en esa ocasión, al ver en un puesto de revistas, la foto de su amigo y al ahora saber que le habían realizado una entrevista, no dudó ni un segundo en ir a su casa.

Para ella no era ningún secreto de que  Alastor odiara todo lo referente a la farándula, incluso se atrevería a decir que “odiar” era una palabra que se quedaba muy corta. Es por eso que ver de nuevo su cara en aquel lugar la hizo venir de inmediato, el castaño ya le había dicho con anterioridad que únicamente aceptó tomarse esa foto que acompañaban los afiches de la ciudad para darle cierta publicidad a su adorado programa de radio, pero de ahí afuera, no volvió a aceptar marketing de ninguna compañía, el carisma de su amigo era tal que no lo necesitaba.

El dueño de la casa también bebía de su café completamente amargo, pero la taza que tenía no iba a juego con la que le había dado a su querida amiga, esta era blanca, se notaba a simple vista que era de porcelana y en el centro llevaba un dorado pato de seis alas, además, de que no necesitaba preguntarle de donde la sacó, para ella, la respuesta era demasiado obvia, provenía de la casa de a lado, de un encantador rubio, quien le pagaba para que cuidara de su preciada hija. ¡Vaya que necesitaba saber el chisme completo, pero a la de “ya”!

—Entonces, cuenta los detalles de una vez, querido Al.

—Oh, mi estimada Rosie, no fue nada, solo le hice un pequeño favor a mi vecino favorito. Fíjate, que conseguir la entrevista era lo que lo tenía con ese ceño fruncido, cargado de estrés.

Por supuesto que a la rubia ya le había tocado ver a Lucifer ver con el estrés calcado en toda su cara, y por más que le encantara el chisme, ella misma tenía sus limitaciones respecto a eso, el chismorreo, era un arte divino que debe ser transmitido entre amigos, o bien, personas de confianza. Para poder disfrutar de un buen cotorreo, se debía tener mucho tiempo libre y de calidad para revelar hasta los últimos detalles, y por supuesto, en casa de Morningstar no se cumplía ninguna de esas condiciones, además que el vecino de Alastor, únicamente le pagaba para que cuidara de la pequeña Charlie.

—¿Y fue ese el motivo por lo cuál hizo que te enviaran esa invitación?

Azúcar, por favor vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora