Azúcar, por favor vecino

Baile

Los créditos de esta historia van así:

 

Idea original: ⋇⋆💭ᴶᵃⁿ 𖡽*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚ (@Hunting_Whor3s): https://x.com/Hunting_Whor3s?t=COcJDQqtqmPNl91tGibPkw&s=08

Escrito a mano: LunaSaori

Escrito a word: LunaSaori

Primera revisión: Jan (@Hunting_Whor3s¨)

Beta: Noe Bell

No sabia el porque le estaba haciendo caso; en cuanto el castaño se fue a su hogar, él dio la media vuelta con su hija para cambiar el traje. 

Y ahora, días después, regresaba de la lavandería con su traje, listo para usarse al día siguiente. Esperaba con todo corazón, que una vez terminara con todo lo que ver con aquel absurdo evento, ya no estuviera cargado de tanto trabajo, o que al menos Mammon no se pasara de nuevo con la carga de trabajo. Pues con el estrés de la entrevista y la fiesta casi se vuelve loco.

Esa misma noche, a la hora acostumbrada, antes de irse a dormir, Alastor hizo acto de presencia. En esta ocasión, llegó con dos tazas en cada mano; una no le costo nada identificarla, era la suya, la que le prestó semanas atrás para que pudiera beberse su café en aquella noche. Sin decir nada más ni tampoco esperar que el castaño comenta algo, tomó ambas tazas y momentos después, regresó únicamente con una, la cual estaba llena de azúcar, hasta el tope. Honestamente esperaba un "gracias" por parte del castaño, pero este nunca llegó, en su lugar, Lucifer observaba como el locutor movía levemente la cabeza, como si este buscara algo.

—¿Se te perdió algo, Alastor?

—No, no, claro que no. Solo quería saber, mi estimado vecino ¿Qué traje llevará mañana?

—Pues lo verás mañana, si es que asistes. Ahora, si me disculpas, mañana tengo que levantarme muy temprano.

Lucifer no esperó palabra alguna de su vecino y cerró la puerta de su casa. De manera casi inmediata apagó las luces. Como le había dicho a ese amante de la azúcar, sus intenciones de por lo menos lograr descansar todo el tiempo posible hasta mañana, eran más que claras. De tan solo imaginar todo lo que le podría esperar en unas horas, le daban muchas ganas de echarse a llorar, más no puede darse ese lujo.

Al menos, mientras caminaba con toda la cautela del mundo hasta a su habitación, en donde intercambiaba sus ropas de vestir con una pijama de color azul, no se dio cuenta que la sombra que miró exactamente la misma noche en la que Alastor entró por primera vez a su casa, ahora lo estaba siguiendo, escondiéndose mejor para no ser detectado por el rubio.

Como se esperaba, la mañana siguiente, prepararse resultó ser todo un caos. Lo primero que hizo fue una pequeña maleta para Charlie, ya que esa noche, por obvias razones, no se quedaría en casa. Lamentablemente desconocía cuanto tiempo duraría dicho evento, Mammon no le quiso decir y siempre que preguntaba nuevamente, este no hacía más que darle largas. Por ello, optó por que Rosie la cuidara en su casa para evitar algunos problemas. Además de que la mujer ya le había demostrado ser sumamente de confianza como para encargarle a su tesoro más grande.