𝐴𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎

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Era de madrugada, me miraba en el espejo, mi cara y mis ojos reflejaban el mismo sentimiento, cansancio.

Me estaba mirando fijamente en el espejo, no me podía creer lo que se estaba viviendo.

- ¡Belcebú maldito! ¿Cómo voy a aguantar esto? Te odio...

Me moví y me lavé la cara con agua fría, me sentía desdichada al ver el estado de mi cara en el reflejo del espejo.

Mientras me lavaba la cara volví a escuchar esa odiosa voz, ya llevaba un buen rato aporreando la puerta, por mi parte lo había estado ignorando, hasta que comenzó a amenazar...

- ¡Vamos niña, ven, te estoy llamando! ¿Qué haces ahí dentro?

El mafioso sonaba molesto y ansioso, a su vez su voz también sonaba grave, casi parecía estar gritando.

- No voy a salir maldito.

Ya llevábamos un buen rato así, la noche anterior discutió conmigo por no seguir sus reglas, eran ridículas... "No llorar, no gritar, no insultar y no reír"

- ¡Ven ya, maldita niña, si no sales ahora mismo rompo la puerta! Ya me estoy hartando de tus juegos.

La voz de Belcebú me hizo dar un salto de pánico, me quedé sin aliento después de escucharlo, no me atrevía a salir pero también necesitaba hacerlo para que la situación no llevase a mayor gravedad.

Belcebú comenzó a golpear la puerta y hablaba en un tono irritado de nuevo:

- ¡Te estoy diciendo que salgas ya de ahí...!

Los golpes de Belcebú eran cada vez más fuertes, la puerta se estiraba más de su lugar y se estaba quebrando poco a poco, de repente sus golpes dejaron de oírse.

Pasaron unos segundos en silencio cuando de pronto Belcebú empezó a hablar desde detrás de la puerta, con un tono de desinterés y por otro lado tenía ese mismo tono furioso de antes, pero su voz había bajado un poco.

- Muy bien... quédate a vivir en el baño si te apetece, cuando te vea salir voy a romperte la mano por no abrirme...

Pocos segundos pasaron, la habitación se quedó en silencio, la voz de Belcebú ya no se escuchaba. Muy lentamente, me fui a la puerta en silencio, temblando del miedo pensando que Belcebú estaría vigilándome aún en ese momento, abrí la puerta y observé hacia la izquierda el pasillo de enfrente.

- No pienso ir con él a ninguna parte, le odio.

Belcebú quien estaba apoyado en la pared a mi derecha en el pasillo sonrió con el ceño fruncido a su vez con una de sus manos sujetó mis muñecas y me acercó a él, inclinó su cabeza hacia mi, mientras con su mano libre agarraba de mi cabello sobre mi cabeza.

- Así que me odias...

fruncí el ceño forcejeando tratando de hacerle soltarme, su sonrisa se amplió más, seguido belcebú liberó su agarre, esta vez colocó su mano en mi cuello empujándome en la pared y habló con una sonrisa retorcida.

- ¿Te tengo que recordar que gracias a mí sigues viva, niñata? Debí haberte matado. Deberías estar agradecida de que sigas con vida gracias a mí.

Su mano soltó mi cuello, mi cuerpo cayó al suelo frente a él mientras tosía.

Belcebú se rió cuando me caí después de que me soltara, él se inclinó hacia mí con una sonrisa.

- ¿Estás bien?

Dijo con una voz llena de sarcasmo, la cual parecía sonarme como una bala en la cabeza.

Belcebú se dejó caer de espaldas en la pared, con una expresión de desinterés, había puesto sus manos atrás de su cabeza, su cuerpo se mostraba relajado y al parecer no parecía estar dando mucha importancia a mi mirada llena de ira hacia él.

BelcebúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora