VIII

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Con la llegada de los Harkonnen, los Fremen comenzaron a sabotear más activamente los recolectores de especia.

Aquello fue lo que llevó a Feyd-Rautha a planear un ataque aéreo a todas las Sietch conocidas de los Fremen.

Todo el ataque fue orquestado desde las sombras por la esposa del joven Na-Barón.













Se encontraban en la habitación donde se mostraba el mapa y los ataques cuando les informan que los Fremen habían escapado hacia el sur.

Al terminar de oír eso el joven Na-Barón pide que preparen sus armas para atacar por tierra las Sietch.

Mientras se dirigía a la salida su esposa se acerca a él.

Espero no hagas nada estúpido —le advierte— Si encuentras algún Fremen no cometas la estupidez de matarlo sin obtener alguna información —

—la mira de reojo— Tus expectativas sobre mi son muy bajas mujer —sonríe— Me aseguraré de traer lo que necesitas —

Al terminar de hablar voltea hacia la mujer, toma su mano para besarla y se dispone a prepararse.

Cuando desaparece de su vista, la mujer llama a uno de los guardias.

— Asegúrense de interrogar a cualquier individuo que encuentren antes de que mi esposo los asesine —ordena con severidad—

— Si, mi señora —acepta la ordenen antes de marcharse—

Irasue voltea brevemente hacia el Barón para después marcharse del lugar.











Lady Irasue sabia que la llegada de los Fremen del Norte hacia el Sur adelantaría algunas cosas pero no causaba una gran preocupación ya que contaba con un plan de respaldo en caso de que todo se complicara.

Contaba con que el Emperador sucumbiera a la presión y diera un paso en falso, aquella sería la oportunidad perfecta de poner en marcha lo que la mantendría a ella y a sus hijos seguros en la guerra que estaba por estallar.













Mientras los soldados se encargaban de incinerar toda muestra de vida en la sietch encontraron un Fremen que se había quedado para cubrir la huida de los demás.

El joven Na-Barón al verla hizo caso a las advertencias de su esposa e intentó recaudar información, más aquella mujer Fremen no dijo nada pero fue más que suficiente para confirmar lo que suponía.

Sin perder más tiempo incineró viva a la mujer satisfaciendo su sed de sangre al no haber encontrado a nadie más.











Al comentarle a su esposa sobre la mujer que encontraron está supo de inmediato que se trataba de una Fedaykin, una guerrera Fremen.

Sin dejar de observar a su esposo pensaba en cómo debería prepararse para los peligros que acechaban.

Se aseguraría de mantener a raya a su esposo hasta el momento oportuno, sabía lo impulsivo que era, por lo que utilizaría eso cuando lo viera adecuado, más aún no se arriesgaría a perderlo porque aún quedaban cosas en las cuales ese hombre sería de ayuda.













Las Bene Gesserit se habían encargado de poner al tanto a Lady Irasue de la situación que estaba pasando. Dandole tiempo de prepararse para recibir al Emperador y su gente.

Aquel Profeta del que tanto se murmuraba era en realidad Paul Atreides, hijo del fallecido Duque Leto Atreides, esté había desafiado al Emperador y eso solo significaba que las cartas ya estaban echadas.

Las cosas en Arrakis arderían casi tanto como el sol de aquel planeta.

𝑻𝒓𝒂𝒊𝒕𝒐𝒓 | Feyd-Rautha HarkonnenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora