Capítulo Ocho

477 92 15
                                    

Kimi observó cómo Sergio acompañaba a Sebastian a las cabañas en las que vivía la manada. Max se acercó a él junto a la ventana.

-Dile a Sergio que haré que las cosas de Sebastian sean empaquetadas y enviadas aquí. Podría ayudarlo a instalarse si tiene algunas comodidades en el hogar.

Se volvió hacia la puerta.

-Espera -dijo Max-. ¿A dónde crees que vas?

Kimi hizo una pausa. -A casa, por supuesto.

-No puedes irte.

-Tengo trabajo...

-Tú lo trajiste aquí. Este es tu problema. No puedes dejarlo encima de nosotros y marcharte.

-No puedo quedarme aquí para siempre -señaló-. Tengo otras responsabilidades.

-¿Más importante que esto? -presionó Max.

-No se trata de lo que es más importante, se trata de dónde se utiliza mejor mi tiempo. Sebastian está en buenas manos, no hay nada más que pueda...

La mirada en los ojos de Max era de acero.

-Puedes quedarte hasta que estemos seguros de que esto no va a convertirse en un lío más grande de lo que ya es -dijo su hermano-. Sin mencionar que sería más seguro para ti permanecer oculto por un tiempo en caso de que esos lobos vengan a buscar a sus amigos.

El argumento de Max no carecía de mérito. Probablemente sería más seguro para Kimi mantenerse fuera de la ciudad por un tiempo. Empezó a reorganizar mentalmente su horario de trabajo. Había algunos trabajos próximos que no podía delegar, pero ninguno de ellos estaba en la ciudad, por lo que podía usar la casa como base.

-Tienes razón -estuvo de acuerdo-. No sería justo alejarse y dejar esto en tu regazo.

-Bien, me alegro de que lo veas a mi manera.

-¿Dónde está mi sobrino favorito?

-Mac lo tiene, lo mantiene fuera del camino. Hemos decidido ocultarle a Sebastian la relación entre Sergio y los míos hasta que lo conozcamos un poco mejor. No quiero que Sebastian vea a Patricio todavía. ¿Quién sabe qué hará con todo esto?

-Él sabe que no soy humano -señaló Kimi-. Y todas las manadas tienen historias sobre otras criaturas además de los lobos en el mundo.

-Los cuentos infantiles no te preparan exactamente para enfrentarte a la realidad. No quiero que entre en pánico. Un lobo en pánico puede causar mucho daño, incluso si no es su intención. Al igual que una sirena en pánico- agregó con ironía.

-No entré en pánico -dijo Kimi con vehemencia, no acostumbrado a que su hermano menor lo desafiara de esa manera-. Reaccioné, con fuerza letal.

-Que no tenías derecho a desplegar en medio de una ciudad humana rodeada de hombres lobo cuando no estabas en peligro mortal -soltó Max, todo rastro de humor había desaparecido de su expresión.

-¿No crees que lo sé?

-¿Qué pasó, Kimi?

-Yo... no lo sé -Excepto que, tal vez, lo sabía. Había estado siguiendo a Sebastian afuera para darle su número de teléfono personal, algo que nunca hacía, ni siquiera para sus mejores clientes. Se había acercado demasiado a Sebastian, demasiado rápido. Lo cual no tenía sentido dados sus sentimientos generales hacia los lobos. Sergio y su manada eran la excepción, una excepción que solo había hecho por Max. Había tenido tanto miedo de perder a su hermano en el mar que tener a alguien a quien pudiera anclarse, aunque fuera un lobo, era mejor que nada.

hidden 2 |SIMI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora