Capítulo Cinco

492 109 8
                                    

Sebastian se despertó con un dolor punzante en la cabeza. ¿Había pasado demasiado tiempo al sol otra vez? Pero no, no era su cabeza zumbando de dolor, era su cara. Ay, y su muñeca. ¿Qué diablos había sido...?

Se incorporó, el mundo se tambaleó en posición vertical. Lo habían rastreado: Jeremiah y Luke. Para llevarlo al Alpha Supremo. Habían sido lo suficientemente estúpidos como para prometerle a Sebastian incluso antes de... Pero Sebastian no podía preocuparse por eso ahora. Estaba bastante seguro de que Jeremiah, y tal vez incluso Luke, estaban muertos. Porque Kimi... lo que sea que fuera Kimi... los había matado.

Se preguntó por un breve momento si Kimi sería algo así como lo que había sido su madre, pero al instante descartó ese pensamiento. Si lo fuera, ¿qué estaría haciendo viviendo en una ciudad tan lejos del océano? No, Kimi era una nueva criatura de otro mundo, una para la que Sebastian no tenía nombre.

La habitación en la que había estado durmiendo no le resultaba familiar. No olía a lobo, así que no era la casa de su manada o del Alpha Supremo. Lo cual encajaba con lo último que recordaba: Kimi de pie junto a él, luciendo como el epítome del peligro. Sebastian había estado frenético cuando el hombre apareció en escena, necesitaba alejarlo antes de que sucediera algo lamentable. Por supuesto, había pensado que Kimi sería el que se arrepentiría, no Jeremiah y Luke.

Poniéndose de pie tambaleándose, se sintió aliviado al ver que todavía estaba vestido pero perturbado al descubrir que estaba descalzo, sin zapatos ni calcetines a la vista. ¿Por qué tomarlos? A menos que quienquiera que fuera no quisiera que huyera. En forma humana, de todos modos.

Alcanzó la manija de la puerta, la incertidumbre detuvo su mano. Una parte de él estaba bastante segura de que no quería ver lo que había al otro lado de la puerta. Pero la única forma de salir era a través de ella, por lo que su elección era salir y enfrentarlo o acurrucarse en esta habitación hasta que lo que sea que estuviera ahí afuera viniera a por él. Tenía que ser valiente. Los Omegas no se suponía que fueran valientes. Se suponía que debían acobardarse, esconderse, parecer inofensivos y mansos, por un lado, y seductores y atractivos por el otro. Sebastian nunca había sido muy bueno siendo el tipo de Omega que se suponía que era. Así que giró el picaporte y empujó la puerta para abrirla.

Afuera había una espaciosa sala de estar, con ventanas de piso a techo y una hermosa vista. Era de noche, el sol rojo se ponía en el cielo y, por un momento, la puesta de sol acaparó toda su atención. Tan perfecto.

Alguien se aclaró la garganta y Sebastian dio un respingo, girando la cabeza para ver de dónde procedía el sonido. Kimi estaba sentado en un sillón, con los brazos cruzados, un vaso de líquido ámbar sobre el brazo de su silla.

-Bueno. Estas despierto.

Los ojos de Sebastian recorrieron de Kimi a la puerta que sospechaba que daba al exterior. Si corriera, ¿podría...?

-No. Uno, nunca lo lograrías. Te garantizo que soy más rápido. Y dos, está cerrado.

Eso dejó las ventanas y la puerta del balcón que podía ver...

-También cerrada con llave -dijo Kimi suavemente-, y la escalera de incendios es un buen descenso. Pero adelante si quieres agregar un tobillo roto a esa muñeca torcida.

Sebastian, al ver que estaba siendo superado por alguien que ya estaba unos pasos por delante, se acercó al sofá frente al sillón de Kimi y se sentó.

-¿Qué eres? -preguntó. ¿Kimi podría ser un lobo? ¿Medio lobo, incluso? ¿Era posible que Sebastian simplemente no lo hubiera visto?

-No está en discusión- dijo Kimi con firmeza, alcanzando su vaso. No bebió de él, haciendo girar el líquido ámbar mientras lo miraba.

hidden 2 |SIMI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora