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Corría descalzo a través del bosque, las piedras y las pequeñas ramas plantas le hacían pequeñas heridas y magulladuras en los pies, pero eso a él no le importaba, no lo notaba, tenía tanto dolor que ya no quería sentir nada. Ni el frío de la noche por la falta de ropa, ni el aire soplando a través de las diversas lesiones que su cuerpo tenía. No quería escuchar las risas del hombre que le hizo todo aquello, ni oler la sangre mezclada con el sudor y lágrimas, y puede que tal vez otras cosas.

Nada.

No quería seguir viviendo.

Ponto el suelo de la vegetación cambió a una carretera, pero eso no evitó que Stiles siguiera corriendo, no se detuvo hasta llegar a una casa, donde llamó con nerviosismo.

Cuando le abrió una mujer no pudo evitar soltar un pequeño sollozo de alivio y se derrumbó escuchando como le llamaban a gritos mientras se desvanecía en la oscuridad.

- No digas nada – consiguió decir antes de desvanecerse por completo


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Despertó de su inconsciencia con un movimiento brusco, sentía como una mano le estaba acariciando el cabello con suavidad provocando que al fin abriera los ojos. La luz del techo le deslumbró provocando que volviera a cerrarlos mientras se incorporaba con dificultad.

- Deberías de quedarte tumbado – le recomendó una voz femenina que conocía muy bien.

- ¿Lo sabe alguien? – preguntó asustado con voz casi nula a pesar del esfuerzo para alzarla, hablaba roncamente y apenas audible. Pero quería estar seguro.

Melissa miró con sus ojos marrones llenos de la mayor preocupación que él nunca había visto en ella. Y eso que eran muchas veces. Ni siquiera cuando Scott tubo que dañarse los ojos.

- Solo Scott lo sabe. No podía cargarte yo sola y teníamos que lavarte por toda la sangre que te cubría. Oh Dios, Stiles ¿Qué te ha pasado? ¿Qué haces en Beacon Hill? ¿Quién te ha hecho esto? – Preguntaba con insistencia mientras ingresaba en la habitación su hijo. No quería contestar, no quería recordar – Stiles, necesitas un hospital, yo no tengo los medios suficientes para sanarte, tienes por lo menos 3 costillas rotas, el brazo estaba roto y dislocado y esa pierna no tiene buena pinta, necesitamos ver si tienes alguna hemorragia interna y... - suspiró intentando retener las lágrimas con dificultad.

- Stiles necesitamos que te revisen a fondo – continuó Scott - ¿Quién te hizo esto?

Stiles no pudo mirar a ningunos a los ojos, no recordaba haber llegado allí, aunque sí todo lo que pasó los últimos días.

No quería hablar, no quería decirlo, tal vez una parte de él al decirlo se de cuenta de todo lo que pasó sucedió de verdad.

Y no sabía si iba a poder soportarlo.

Empezó a notar como las lágrimas volvían a caer de sus ojos, pero no le importaba. Scott tenía que saberlo, por lo menos una parte, todos debían saber que no estaban a salvo, ninguno.

Pues ella estaba de regreso.

Y esta vez no sabría si tendría una mínima posibilidad de ganar.

Esta vez nadie estaría a salvo.

Y la manada tenía que saberlo.

- Monroe.


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- ¿Monroe? ¿Ella te ha hecho esto? – Preguntó Scott con incredulidad.

Stiles sabía que no creería Scott que ella pudiera hacer tanto daño, con razón si hacía mucho tiempo que ella había huido escondiéndose entre las sombras con los pocos cazadores dispuestos a seguirla. Había hecho daño, sí, pero la habían derrotado más fácilmente de no ser por el Anuk-Ite. No se esperaría que ella fuera peligrosa.

- No podemos ir al Hospital, Scott, tiene personas por todas partes, es más peligrosa que nunca, yo tendría que estar muerto en estos momentos ¿entiendes? – Dijo con dificultad –Si voy allí me matarán y a toda la manada. Nadie está a salvo.

- ¡Pero podrías morir si no te atendemos correctamente!, ¡joder Stiles, entiéndelo, no solo había sangre en tu cuerpo! – Se exasperó su mejor amigo gritándole, la verdad es que casi nunca maldecía, pero no podía entender nada. Aunque Stiles estaba sorprendido no se dejó influenciar por él.

- ¡¿Te crees que no lo sé?! ¡Te puedo asegurar que recuerdo cada cosa por la que he pasado en las últimas 2 semanas! ¡DOS SEMANAS SCOTT! – Le contestó respirando con dificultad, pero eso a él no le importaba, era esencial que su amigo abriera los ojos – sé que es difícil de asimilar, pero es necesario que confíes en mí.

Melissa quiso hacer un ademán de abrazo a aquél que consideraba como un segundo hijo, pero este se apartó inmediatamente huyendo de todo contacto posible.

- Te he cosido las cicatrices y he enyesado un poco como he podido los huesos rotos, pero ahora debes de tumbarte y dormir todo lo que puedas, seguro que has sufrido alguna conmoción cerebral estos días y mañana traeré más cosas para ti, por ahora tomate estas pastillas, te ayudarán – Dijo lo más dulce posible, podía ver el cansancio en sus ojos y en sus músculos que estaban en tensión esperando en cualquier momento un nuevo ataque, sinceramente no creía que pudiese dormir bien, pero todo descanso ayudaría a su cuerpo a sanar, solo esperaba que no hubiese sufrido muchos daños internos, porque si no, todo sería mucho más complicado.

Ella observaba como el chico poco a poco se volvía a dormir, sin duda por el cansancio acumulado de los últimos días, eso era bueno, así sanaría mejor.

No se fijó cuando su hijo se marchó de la habitación con furia mientras ella seguía arreglando como podía las heridas físicas del chico, teniendo en cuenta todo, eso iba a ser más fácil que las heridas psíquica, esas no sabría cómo arreglarlas.

Cuando salió hacia el salón pudo observar cómo su hijo hablaba por teléfono, tal vez no tenía un oído como los hombres lobo, pero si pudo oír con facilidad lo que Scott decía con los ojos rojos, de la marca de alfa.

- Derek, soy Scott, sé que no debería llamar a este número, pero es Stiles, es hora de que la manada regrese a casa.

No creo que puedas - SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora