［Adaptación］
「 Sunoo es un hombre que tiene básicamente la vida resuelta en casi todos los aspectos, solo que necesita un novio para asistir a una boda.
Riki es un stripper con muchas deudas y una madre enferma.
Un abogado aburrido y un stripper con...
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–Sunie, hijo… –ya podía empezar a planear el funeral de su madre. La mataría lentamente por haber interrumpido una sesión de caricias con esa escultura viva que aún tenía entre sus piernas, con la boca en su dolorosa erección.
–No te muevas –susurró a Riki –si no nos escucha, se irá…
Riki reprimió una risita. Toda la situación de alto voltaje que se había creado hacía unos momentos, estaba cayéndose a pedazos rápidamente.
–Es tu madre, Sunie, no un velociraptor –dijo también en un susurro.
–No le veo la diferencia, aunque creo que el velociraptor es menos peligroso que esa señora… Dios, ¿Cuándo me dejará en paz?
–Sunie, sé que estás ahí, abre la puerta, tu tía está algo achispada por los cócteles que se tomó y no creo poder soportarla esta noche.
Riki y Sunoo se miraron.
‘No seas ridículo, tu madre no va a dormir con ustedes dos…’
La voz chillona de Jake se le vino a la cabeza.
–¿Tu madre dormirá aquí? –Riki se incorporó lentamente y se sentó. Sunoo estaba mortificado.
–Lo siento, te dije que era insufrible… –dijo con pesar mientras se cerraba la bata. Su erección se había evaporado.
Riki le sonrió y se levantó para ponerse algo de ropa.
Sunoo abrió la puerta y fulminó a su madre con una mirada que poco tenía de comprensiva ante la situación y mucho de Ed Kemper*.
–¿Qué quieres, mamá? Estábamos por dormir –dijo en un tono que intentó sonar severo, pero que la señora ignoró olímpicamente haciéndolo a un lado con un movimiento de su pequeño pero fuerte brazo.
–¿Dormir? Sunie, ¿Tienes un novio candente y tú ibas a dormir? Dios santo, he parido una tortuga. Más lento y no naces –la mujer se precipitó a la habitación mientras Riki intentaba no echarse a reír por la situación descabellada.
–¿Candente? –Sunoo se ruborizó violentamente y miró a Riki, pidiendo disculpas de antemano por su impresentable madre –. No puedes dormir aquí, mamá.
–¿Cómo que no? –la señora se sentó en uno de los sofás y sonrió a Riki que estaba sentado en la cama.
–Mira no sé qué diablos le sucede a la tía, pero no es mi problema. Vine porque prácticamente me amenazaste y tuve que arrastrar a Riki a todo este circo. Ahora vete a tu habitación, tira a la tía en la habitación de alguna de sus hijas y déjanos descansar en paz.
–Pero hijo… –empezó a decir la señora, pero Sunoo levantó una mano y la señaló.
–Pero nada. O te vas o te juro que agarro nuestras maletas y nos marchamos de aquí.
