Una extraña mestiza amnésica

Cap. 3: Algunas cosas sobre ella.

Percy Jackson y los dioses del Olimpo pertenece a Rick Riordan.

Una extraña Mestiza amnésica.

(Artemisa)

Ver a mis Cazadoras, compitiendo la una con la otra, es algo que siempre logrado que mi orgullo aumente, sin importar las veces que lo vea.

Y, como siempre: las fallas de personalidad, se notaban en mis Cazadoras:

Thalía era calmada, no competía, ni le interesaba tal cosa.

Atalanta siempre fue un problema: Ella era competitiva, siempre lo demostró con Zoë y ahora, lo demostraba con Thalía. Ella había sentido que merecía ser la teniente de mis Cazadoras, pues ella era incluso anterior a Zoë y cuando Willermina fue asesinada, creyó que yo iba a otorgarle su lugar.

Pero Atalanta ni tan siquiera lloró en el funeral y quien estaba más destrozada en aquel entonces, era Zoë, quien fue dolorosamente joven, en ese momento y al notar yo, su dolor, le otorgué la tiara y el título de Teniente Cazadora.

Celyn y Naomi eran como siempre habían sido, a ellas dos, se les dio el apodo de: Las hermanas nocturnas, desde hace ya casi siete u ocho siglos, durante la época en Inglaterra del Corazón del Occidente.

Noté entonces a aquella chica misteriosa, que se unió a nuestro grupo y a quien Thalía, Zoë, Bianca y yo, teníamos el enorme impulso de llamar Penélope; (o Penny, por ser un nombre cercano a "Percy") pero era ilógico, que esta chica nos estuviera recordando tanto a Perseo.

Aun así, era increíble:
Su belleza era increíble. Su cabello castaño, sus ojos verde marino, me causaban soñar con ella y despertarme con mis bragas y mi colchón arruinados.

Su destreza en la esgrima, (un híbrido perfecto de esgrima Grecorromana, casi como si hubiera sido entrenada en ambos Campamentos) su agilidad, su facilidad para comunicarse con los equinos: Caballos, cebras y Pegasos.

Ella podía identificar algunas plantas medicinales y por eso, se llevaba bien con Atalanta.

Luego de fallar por sexta ocasión, vi a Penélope arrojar al suelo su arco y retirarse de allí. Decidí seguirla y... y...

¿Y luego qué se supone que haga yo?

¿Quizás pudiera abrazarla? ¿Intentar darle nuevas lecciones de tiro con arco?

Eso parecería ser lo correcto.

Pero... pero yo no soy de demostrar mi cariño a otros o de ser muy cercana, ni tampoco soy de abrir mi corazón (gracias a Orión), ¿Seré capaz de abrir mi corazón con nuestra joven (y virginal) nueva amiga?

La vi sentarse de espaldas a mí, sobre un tronco cortado por ella misma, usando a Anaklesmus. Zoë fue incapaz de volver a empuñar el arma, cuando la encontramos en el naufragio y silenciosamente, le permitió a Penny, quedarse con ella y gracias a unas cortas lecciones de Esgrima, ella demostró ser una aprendiz muy rápida y aprendió más rápido de lo que nosotras le enseñábamos, haciéndolos sentir orgullosas por su amplio dominio de la espada y el que fuera una esgrimista natural.

Y yo, podía comprender muy bien, su frustración, pero al mismo tiempo, creía que carecía de sentido, el que Penélope, no fuera capaz de usar el arco.

Un escalofrío me recorrió la espalda, ¿Qué pasaría si Penélope, fuera acaso una hija pérdida, amnesica y no reclamada del tío Poseídon? Eso me explicaría el que fuera tan torpe con el arco.

Y si eso fuera así, entonces yo podría permitirme sonreír, sabiendo que tengo una parte del mar, una parte de Percy a mi lado.

— ¡NO ENTIENDO PORQUÉ NO PUEDO USAR EL ARCO! —Rugió furiosa e hizo temblar la tierra, solo por un instante. —Estoy... estoy siguiendo TODAS las indicaciones que Artemisa, Zoë y Thalía, me han dado y aún así, sigo fracasando —su cubrió los ojos furiosa con ella misma.

No eran un par de alternativas muy famosas, entre mis Cazadoras y hoy en día, a veces sentía que habían perdido su función, pero aún así, fui a mi carpa u abrí el baúl, extrayendo un paquete muy grande y largo, junto a otro muchísimo más pequeño. Encontré a Penélope, en el mismo lugar, pero cinco árboles fueron talados. —Penélope —La detuve, antes de talar en sexto árbol.

Me miró e hizo una venia. —Lady Artemisa.

—Quiero que intentemos un par de prácticas, que actualmente han caído en el olvido, aunque Atalanta podría asegurarte que esto es real —y le entregué los dos paquetes: El más pequeño, traía dagas arrojadizas (obviamente encantafas, para que volvieran a sus manos), desenvolvió el paquete más grande, que contenía jabalinas y el más pequeño, dagas arrojadizas. Me miró extrañada e incluso levantó una ceja, mientras que yo, solo le daba una sonrisa, mientras movía mi mano, alentadola a usarlas. Le expliqué como arrojar la jabalina y al darme cuenta, ya habian tres de ellas, clavadas en la diana del otro lado y logró practicamente lo mismo, con las navajas arrojadizas, quedandose con la boca y los ojos, muy abiertos. Se miró las manos, incredula de haber acertado en las dianas y ser buena en algo. — ¡Muy bien hecho, Penélope! —la alabé y su sonrisa, junto sus ojos llenos de lágrimas de felicidad, por haber logrado ser capaz de usar un arma a distancia y (creo yo) poder permanecer en la Cacería; la hizo aún más feliz.

Me sentía feliz, por este descubrimiento y este logro personal de Penélope. La abracé orgullosa y juntas, fuimos a demostrarles a sus hermanas, su destreza.

Aún así, admito lo extraño que es: He visto a las Cazadoras lanzar flechas en cientos de ocasiones y si bien es cierto, que me he sentido orgullosa de ellas, nada se compara con el sentimiento que me está recorriendo ahora mismo.

(Sala del Trono de Zeus; Zeus)

—Pues espero que Poseidón no se encuentre, simplemente protegiendo a su hijo y que no nos lo quiera decir. —eran las palabras de mi esposa, mientras se retiraba lentamente de mi sala del trono, ya no la soportaba más —Pero si el caso es que él se encuentra desaparecido, entonces podré encontrarlo con un sencillo hechizo rastreador. —No me miró, solo se marchó y yo, finalmente pude suspirar más tranquilo, mientras me retiraba a una discoteca del mundo humano, para buscar a alguna mortal, con la cual divertirme un rato y dejar de lado el estrés que me provocan mi estúpida esposa y sus insulsos planes.