𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 | cast lsdln

𝐹𝑒𝑙𝑖𝑝𝑒 𝑅𝑎𝑚𝑢𝑠𝑖𝑜 - exlovers

Mi encargada no me lo permitía, "política de la empresa", me decía. Pero siempre aprovechaba entre cliente y cliente para apoyarme ligeramente sobre la parte baja del mostrador. Necesitaba liberar a mis piernas de tener que soportar mi peso durante las casi 10 horas de la jornada, al menos durante un rato.

Aquí venía otro cliente. Me pongo recta y esbozo una sonrisa, que tanto él como yo sabíamos que era parte del uniforme de trabajo. - Buenas tardes, bienvenido. ¿En qué le puedo ayudar?

- Hola. -no me mira, sólo se centra en los productos que hay en una pantalla luminiscente que tengo sobre la cabeza. - Un Ice Latte, por favor. - instintivamente levanto las cejas por la sorpresa, creo que en los 4 años que llevo trabajando aquí nunca me había pedido un café helado estando a 3º fuera. -

- ¿Su nombre? -digo pasando por alto el pedido tan extraño que acababa de recibir. -

- Bruno. -me responde mientras ojeaba su teléfono. Yo mientras, cojo el permanente negro y lo escribo sobre el vaso de plástico. -

- Genial, en seguida le llamamos cuando esté listo. -le paso la orden a mi compañera y vuelvo a mirarle para dedicarle la siguiente sonrisa a la que debía mi sueldo. - 5, 70 por favor. - me siento mal cobrando estos precios tan desorbitados por un café que, sin todo el merchandising, podría cobrar a 2 dólares. Pero bueno, son ellos los que nos eligen por eso mismo, supongo. -

Se levanta la manga del abrigo y la acerca al datafono. Lo miro de reojo, obviamente este hombre sería capaz de pagar un café helado en plena hora de frío con su Apple watch a 5, 70, probablemente le pareciera hasta barato. -Que tenga una buena tar... -se da la vuelta en dirección a uno de nuestros sofás cerca de la ventana. - de... -termino la frase, aunque sea para mí. -

Jamás pensé que iba a acabar así, bueno, realmente no creo que nadie tenga como sueño trabajar en una cafetería de tres a diez de la noche. Pero realmente esta posición me pillaba muy desprevenida, no sé en qué momento ocurrió esto.

Era muy buena estudiante, aunque no excepcional, más bien de las que van pasando todas las materias, pero sin resaltar demasiado. Siempre quise ser escritora, traductora también me llamaba la atención, o emprender una editorial tal vez, sea lo que fuera ya me pillaba algo lejos. Dedico todos mis esfuerzos del día en venir aquí a trabajar para pagar el alquiler, y cuando llego a casa sólo quiero pasar tiempo con mis gatos y leer un rato.

Salía de vez en cuando de fiesta, bueno, de vez en cuando sonaba excesivo, más bien una vez a cada dos meses o algo así. Antes salía mucho más, mi ex pareja siempre tiraba de mí porque sabía que si no salía luego me iba a arrepentir, y efectivamente eso pasaba cada vez. Ahora mis amigos me hacen caso a la primera cuando les digo que esta vez no me apetece. No les culpo, yo también lo haría.

Miro el reloj que cuelga de la pared izquierda del local. Las 21:47 y aún quedaba gente dentro del establecimiento aparte de Bruno, creo que se llamaba. La gente no tiene ningún tipo de piedad.

Me fijo como entra otra figura por la puerta, suspiro y miro a la pantalla donde apunto los pedidos para desbloquearla. Había hecho un barrido a negro por la inactividad.

- Buenas tardes. -me fijo en que traía una gabardina y la llevaba totalmente mojada. No me extraña, las gotas repiqueteaban tanto en los cristales que parecían que nos tiraban piedras.

Oigo cómo se frota las manos a la vez que expulsa vaho para hacer que entren en calor lo antes posible. - Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle. -levanto de nuevo la cabeza para dejar ver mi sonrisa, y para mi sorpresa me encuentro una cara conocida. -

- ¿Vera? -frunce el ceño mientras dice mi nombre en alto. - Dios mío, cuanto tiempo. -me dedica una gran sonrisa. - ¿Qué haces aquí? -parece que en seguida se da cuenta de lo absurda que es su pregunta porque se ríe mientras se lleva una mano a la frente. - ¿Qué tal? ¿Cómo te va?