𝐹𝑒𝑙𝑖𝑝𝑒 𝑂𝑡𝑎𝑛̃𝑜 - fake dating

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"Joder, joder" se repetía continuamente mi yo interior mientras echaba vistazos rápidos por todo mi al rededor.

Miré mi reloj, casi eran las dos en punto, mis padres estaban a punto de aparecer. Tenía exactamente 6 minutos para recrear toda la vida ficticia que les había estado contando por facetime durante los últimos 2 años. Y no os creáis que había escatimado en detalles...

Para ellos, desde que su hija se fue a vivir a Buenos Aires, se había convertido en la fotógrafa más demandada por todas las revistas, tenía un ático alquilado en Recoleta, tenía millones de amigos con los que hacía viajes casi todas las semanas, y un novio maravilloso que me cuidaba como si su vida dependiera de ello. ¿Os digo algo? Todo falso, bueno, no todo. La verdad es que sí que viajaba bastante, si alguien quería una fotógrafa para capturar recuerdos de Quinceañeras allá que iba. Era mi forma de pagarme el alquiler y las comidas.

Todo empezó con pequeñas mentiras durante los primeros meses. Ellos financiaron mi emprendimiento, y, por tanto, mi viaje aquí. Confiaban en mí.

No lo veía como una mentira, yo veía más bien como adelantamiento de los hechos, pero parece ser que me había adelantado demasiado.

Llegó un momento en el que una mentira no se soportaba si no decía otra, así que, aquí estoy. En la puerta del restaurante donde he quedado con mis padres (que no tuvieron mejor idea que llegar esta mañana para una visita sorpresa) mientras intento tapar mi engaño, ya que querían quedar conmigo, y claro, mi maravilloso novio.

- Perdona, ¿te puedo preguntar algo? -me acercaba ya desesperada a cualquier persona que pudiera parecer un hombre, ese era mi único filtro ahora. -

- Perdona... -nada. -

- Disculpa, ¿puedo...? -otro que pasa de mí. -

Vuelvo a mirar el reloj. Son exactamente menos cinco, estoy perdida. Da igual, otra mentira más, les diré que tenía trabajo, o tal vez que hemos roto... Sí, eso a lo mejor puede funcionar. Puedo aparentar estar muy afectada y así puedo controlar mejor el resto de la conversación, genial, haré eso... Me podré librar de...

- Disculpa. -me interrumpen por atrás. Alguien me había puesto la mano sobre el hombro. - Creo que se te ha caído esto. -me giro y lo primero que veo es su mano agarrando con cuidado mi pulsera de oro. -

Me miro corriendo la muñeca y efectivamente veo que no la tenía. - Mierda. -la agarro y le miro a los ojos para agradecer frenéticamente a la persona, o más bien ángel, que me había devuelto mi cosa más preciada. - Gracias, gracias, gracias. - No podía parar de decirle mientras me quedaba fascinada con sus ojos azules y su amplia sonrisa. - De verdad, me has salvado.

- No hay de qué, tranquila. -me seguía sonriendo mientras veía cómo a duras penas intentaba volver a ponerme la pulsera. -Deja que te ayude. -se libera las manos mordiendo con delicadeza las páginas que antes se movían de un lado a otro en su mano izquierda, y con cuidado coge ambos extremos del brazalete. - Ahí lo tienes. -pronuncia después de desocupar su boca. -

- Mira cariño, ahí están. -¿qué? muevo la cabeza como si me hubiera dado un espasmo. - Vera, ¡cariño! -sonrío forzadamente mientras les saludo con la mano. Ahí estaban; el señor y la señora Quirós.

- ¡Mamá! -digo mientras me abalanzo a sus brazos. Realmente estaba encantada de verlos, ojalá hubiese sido en otras circunstancias. - ¡Papá! -me separo de su lado y vuelvo a colocarme junto al extraño que me había ayudado. -

- Estás guapísima cariño. -mi madre me miraba tierna, aunque probablemente guapísima no sería el adjetivo que yo hubiese utilizado. - Tú también Matías, deja que de un abrazo a mi yerno. -le sonríe mientras se le acerca y yo le miro con ojos de perdón. -

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 | cast lsdlnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora