Argentinos en Londres pt. 2

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Quedaba, exactamente, una semana para que el curso acabase, había aprendido más de el idioma y se sentía mucho más capaz de hablar con los ingleses. Tan rojo ya no se ponía cuando iba a comprar y el de la caja le preguntaba si quería bolsa o si tenía una gift card.

Había dado vueltitas alrededor del centro donde estudiaba, pero nada más allá de eso, no es como que le gustase salir bastante de todos modos. Se dedicó a sacar fotitos lindas a los edificios y a sentarse en los parques sin ser víctima todavía del pick pocket todavía.

Salió del salón, despidiéndose del hombre canoso que le hacía su clase, y fue a la salida del edificio, siendo interceptado por Esteban.

— Al fin te encuentro —le dijo este.

— ¿Me estabas buscando? —sonrió, poniéndose rojo.

— Obviamente. Iba a salir esta noche, y te quería invitar —le sonrió cálidamente.

Lo único cálido que había visto en estos dos meses, con total sinceridad.

— ¿Invitarme? ¿A mí? —miró incrédulo al mayor.— ¿Por qué?... ¡O sea!... ay... no... perdón, me puse nervioso —se rió jugando con la punta de su zapato en el suelo.

Kukuriczka acompañó su risa con la propia, mientras acomodaba la correa de su bolso en el hombro.

— Sí, a ti —aclaró sonriente.— Vamos, te va a gustar.

— ¿Y dónde me llevarías, si digo que sí?

— A un recorrido a pie por lugares encantados —respondió.

— No me gustan las cosas de terror —expresó apenado.

Más que no le gustasen, las odiaba.

— Te agarro la mano si te da miedo. Dale, vení conmigo.

Francisco pretendió pensarlo. Acarició su barbilla mirando la lluvia caer afuera.— Está lloviendo —señaló.

— Lo sé, por eso el recorrido. Le añade terror... además tengo un paraguas.

— Mhm... bien, voy contigo —aceptó.

Sus ojos irradiaban ilusión, y eso le gustaba a Esteban.

— Genial. ¿Paso por vos a las seis?

— Dale.

Una noche que cambiaría sus vidas.

[...]

— Me re cagué —murmuró Francisco mientras caminaban de vuelta al departamento de Esteban.

El mayor había ofrecido prepararle de cenar luego de aquel excitante e increíble tour, riéndose y asustándose de vez en cuando.

— Pero te agarré la mano cuando lo hacías.

Ninguno se había percatado que seguían agarrados de la mano, como si fuese de lo más común entre ellos, y eso que apenas habían interactuado durante el curso.

— Me ayudó que lo hicieras... mucho...

— ¿En serio? —se mostró interesado.— Realmente el terror no te va, ¿verdad?

— Lo odio —carcajeó.— Tengo... ya sabés, una experiencia.

— ¿La típica de que tus primos te encierran en una habitación y todo eso?

— Literalmente eso. Me afectó exageradamente porque, según mi mamá, soy un alma sensible —movió su mano libre, imitando el movimiento de manos que su mamá hace.

ᴋᴇᴇᴘ ᴛᴏᴜᴄʜɪɴɢ ᴍᴇ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora