1930. En algún lugar de Nueva York, Estados Unidos.
Las calles están plagadas de gente caminando por las ajetreadas calles.
Los estragos de la Gran Depresión son palpables para los desempleados y gente de clase baja que con suerte tienen para comer.
Ya era suficiente para los ciudadanos tener que soportar una ley seca que solo los hacía más miserables. ¿Qué otra forma tenían para escapar de la cruda realidad si ni siquiera se podían permitir una humilde cerveza?
¿Había algo más que agregar a la lista de infortunios que estaba cruzando el país?
Gangsters. Muchos gangsters.
Mafiosos, si necesitaban usar un término más elegante.
Aunque, para ser justos, eran un mal necesario si necesitaban mitigar la escasez de alcohol por la ley seca.
No obstante, sería mejor si evitaran sus peleas territoriales en zonas civiles. Y a pleno día.
¿La opinión de Foolish al respecto?
Le daba igual.
Mientras ninguna de las balas perdidas terminara en su taxi o en su cabeza, los gangsters no eran más que otros tipos ganándose la vida al estilo americano.
O italiano, en su defecto.
El hombre tótem se hallaba fumando dentro de su precioso taxi, esperando a que un cliente llegase.
Y si no llegaba nadie, todavía tenía unas horas más para gastar y conducir en los suburbios pomposos donde todavía había gente rica que no había sido tan golpeada por la recesión económica.
La paz de las calles se vieron interrumpidas por el sonido de balas proveniendo de una bodega cerrada.
Foolish decidió ignorarlo y seguir vagando en la delicia de la nicotina. Ya estaba capacitado para ese tipo de situaciones.
Si lo ignoraba, los gangsters no lo acosarían en el futuro.
Si alguien llegaba para pedir escapar de la balacera, lo ayudaría luego de una amable extorsión para cobrarle el doble por la corrida de emergencia.
Y si todo se quedaba dentro de esa bodega, probablemente era un ajuste de cuentas que no le incumbia.
O alguien se estaba disparando para acabar su miseria.
Los gritos de la gente no se hicieron esperar, al igual que los claxons desesperados de los otros conductores en la calle para escapar.
Las balas se oían más cercanas, por lo que Foolish supuso que era una redada entre gangsters.
Lo que no esperaba ver en su retrovisor, era un hombre de cabello castaño peinado hacia atrás, con traje elegante, sujetando entre sus manos una maleta atascada en billetes, saliendo con rapidez de la bodega.
Aquel tipo fue tan veloz, que apenas vió el taxi, se metió en los asientos de atrás y sacó una pistola fuera de su traje.
— ¡Conduce el condenado auto!
Ese extraño era un obvio peligro.
— ¿¡Qué!? ¡Sal de mi auto! – Foolish, sin dejar su cigarro, volteó furioso hacia el delincuente con arma para confrontarlo.
No obstante, tuvo que hacer caso con respecto a conducir, ya que una bala casi le roza en el cráneo.
Por el pánico, pisó con fuerza el acelerador, marcando el asfalto con la fuerza de los neumáticos y alejándose de la bodega.
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Just Drive! [FoolHalo] [EN PAUSA]
Fiksi Penggemar1930. Nueva York. Foolish se encontraba dentro de su humilde taxi, prendiendo un cigarrillo, cuando de la nada un extraño de traje elegante con un portafolio atascado de billetes entra en su sagrado auto. - ¡Enciende el condenado auto! - ¿¡Qué!? ¡Sa...