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─Sacála ─pidió Matías con los ojos llorosos.

Enzo entreabrió los labios y ejerció más fuerza para introducirla.

─No puedo ─gimoteó, cerrando brevemente los ojos─. Está muy adentro.

Matías suspiró pesadamente y llevó su cabeza hacia atrás.

─¡Enzo! ─gritó cuando la punta tocó una zona delicada─. ¡No la metás más, bruto! ¡Me duele!

─Perdoná ─Se disculpó Vogrincic mientras se movía─. Queda poco, aguantá.

Ambos se quejaron en voz alta al verse envueltos en aquel acto. Matías gimió y se aferró a la espalda del mayor para intentar aliviar algo del dolor, pero no funcionó.

─¡Sacála! ─repitió─. ¡Me vas a romper!

─¡Esperá! ¡Ya casi!

Enzo mordió su labio inferior y, con mucha más fuerza, se acomodó y la jaló hacia afuera de una vez, teniendo que aguantar el repentino grito de dolor que soltó Matías ante aquella acción.

─¡Ay, boludo! ¡Sé más delicado, por Dios!

Enzo sonrió mientras se alejaba un poco.

─¿Más delicado? Matías, hice todo lo posible para que no te doliera al sacarla, ¿pero quién demonios se clava una aguja y, en lugar de quitársela de una, deja pasar un rato para que la piel se adhiera a ella? Te iba a doler lo hiciera rápido o lento.

Matías rodó los ojos.

─Todo esto es culpa de Héctor ─dijo mientras se ponía de pie para buscar algo que ponerse en el dedo. Enzo enarcó una ceja─. Si no fuera por el estúpido castigo que nos puso, ahora mismo podría estar con los chicos y no intentando aprender a coser para entretenerme con algo.

─Bueno, más que culpa de Héctor es culpa nuestra ─recalcó el mayor desde el sofá─. Por nuestro comportamiento infantil y sin justificación estamos acá, y lo sabés.

Recalt caminó unos pasos hasta el mueble que se encontraba cerca de la entrada y volteó a ver a Vogrincic con seriedad.

─Enzo ─Lo llamó con cierto tono de obviedad─, es obvio que sé que es nuestra culpa, pero mientras estemos acá quiero culpar a alguien más para sentirme menos miserable, che. Colaborá.

Enzo resopló y se levantó de su lugar.

─¿Dónde dejo la aguja? ─preguntó, enseñando el objeto puntiagudo en sus manos. Matías sacó el alcohol y lo miró─. ¿La vas a volver a ocupar?

Recalt caminó devuelta hacia el sofá, pasando por al lado de Enzo, y se sentó.

─Ni loco, boludo ─contestó─. Esa cosa es lo más peligroso que me ha tocado conocer en la vida después de Javier. No vuelvo a intentar coser en mi puta vida. Mis dedos no me lo permitirían.

Gesticuló un tierno puchero y abrió la botella para untar un poco de líquido en su dedo. Cabe resaltar que le ardió como la puta madre.

Enzo rió.

─Sos un exagerado.

Matías alzó la mirada.

─Clavátela vos a ver si decís lo mismo.

─Eh, no, gracias.

─Ps, cobarde.

Enzo rodó los ojos.

─Clavámela vos entonces.

Matías cerró la botella y se detuvo en seco al escuchar esa última frase.

𝗬𝗘𝗦, 𝗔𝗡𝗗? || Enzo x MatíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora