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«A TODO GAS PT.1»
(RUSLANA)

Pasadas ya las 20:00h, los nervios me atacaban. Tenía un par de mensajes de Omar sobre unos apuntes de clase que, sinceramente, no tenía pensado responder hasta llegar a casa de vuelta. Estaba esperando a Alex, que por alguna extraña razón, esa misma mañana en la universidad me había citado para vernos. Apenas me dio explicaciones, solamente me dejó un mensaje de WhatsApp en el que me decía que pasaría a recogerme sobre las 20:30h.

Para aquel entonces, yo ya estaba preparada. Llevaba puesto unos vaqueros anchos que tenían algunos pequeños rotos en las rodillas y un top básico tapado por una chupa de cuero corta de un color rojo vivo.

En cuánto llegó la hora y recibí esa notificación que me decía que bajase al portal, agarré mi teléfono y mi cartera e hice el amago de meterlos en el bolsillo de aquella cazadora roja a toda prisa. Estaba impaciente.

No obstante, no pude evitar no pasar desapercibida bajo la atenta mirada de mi hermana que, pese a no moverse de ese horrible sofá grisáceo que mira hacia la ventana, notó que me iba.

— ¿Vas a ir así a trabajar?

— ¿Desde cuándo te importa cómo vaya yo a trabajar? — espeté sin dar explicaciones.

Lo peor es que si esa mujer supiese cómo voy realmente vestida en el trabajo...

Atravesé el largo y lúgubre pasillo que separaba el resto del apartamento de la entrada principal y salí por la puerta.

Desde hacía ya un tiempo, nunca le había dado explicaciones de adónde iba ni con quién, y ese día tampoco iba a ser distinto. Por eso dejé que Yuli creyera que me iba a trabajar como todas las noches de lunes a sábado.

La triste realidad de mi mala convivencia con mi hermana es que hace un par de años sufrió una crisis monumental que llevó consigo la pérdida de su trabajo. Se veía obligada a rascar de su bolsillo para pagar facturas de las que ya no podía ni hacer frente. El chico con el que salía, Tony, la dejó tirada en cuanto se percató de su presunta ruina. A decir verdad, Tony nunca me cayó bien. Pese a llevar saliendo juntos unos largos cinco años, aquel hombre no la quería: ni mucho, ni bien. Solo estaba con Yuli por propio interés, y aunque a veces parecía que la quería de verdad, ni siquiera se molestaba en ganarse el cariño de su hermana bastarda. Para mi era como un desconocido. Mi hermana y yo siempre hemos estado muy unidas, sobre todo por el hecho de mudarnos juntas a Denver con mis recién cumplidos 8 años y sus 23. Yo tenía devoción por ella. Pero en resumidas cuentas, a día de hoy no la reconozco ya. A pesar de mis esfuerzos por seguir siendo su niña bonita, Yuli cayó en un agujero negro de estrés, ansiedad, depresión y qué sé yo más; alejándose de todo y alejándome de ella. Ni pagando los mejores especialistas psiquiátricos del Estado conseguí saber porqué se convirtió en lo que es. Y a fin de cuentas, yo ya me había rendido. Desde aquel despido y su ruptura con Don Narcisista, mi hermana se encerró en sí misma, poniéndose de alcohol hasta las cejas día y noche durante semanas, hasta que un día decidió basar su vida en no levantar el culo de aquel sofá cuyas vistas daban a la calle más fea del barrio.

Prácticamente me abandonó en su afán de emborracharse a diario. Aunque intenté presionarla todo lo posible para que me diera algún motivo, aquellas respuestas que tanto demandaba nunca llegaron. Pasó a dirigirme la palabra cada vez menos. Así que cuando cumplí los 16, ya apta para trabajar, me metí en lo primero que encontré. No nos hablamos, no tenemos vínculo afectivo y hacemos vidas por separado (si lo suyo puede llamarse vida, claro), pero al menos le pago el alquiler y no dejo que muera de hambre. Es mi hermana, y en cierto punto no dejaré de tener humanidad al respecto.

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⏰ Última actualización: Mar 18 ⏰

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Cómo Defender a un Asesino - Rusmar OT23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora