Capitulo 5

34 4 0
                                    


Se sentía pesada, notó que su cabeza comenzó a dolerle del lado izquierdo, se sentía agotada. Sin embargo el tocar de la puerta la despertaba cada vez que intentaba retomar el sueño. Con pesadez estiró su brazo para alcanzar su celular; las 5:17 am ¿Quién en su sano juicio toca la puerta a esta hora?

 Suspiro con frustración, se giró y no vio Luz, extraño siendo que ella misma le propuso dormir juntas. Existía la posibilidad de que tuviera algún problema de ángeles que ella desconocía, pero no se quiso quemar la cabeza a esa hora, no tenia la capacidad para pensar correctamente cuando no dormía bien. 

El toque incesante de la puerta la frustraba, la persona detrás no parecía tener intenciones de irse, por lo que totalmente resignada se levantó. 

Avanzaba con pasos lentos, y como no siendo que la levantaban a esas horas. El ambiente se sentía extraño, pesado. Amity vivía en una zona concurrida por la que pasaban autos a todas horas, pero en ese momento, no sintió nada, siquiera el sonido del viento. Pensó que quizá se había quedado sorda, pero descartó la idea, seria absurdo. El dolor de su cabeza aumentaba a medida que se acercaba a la puerta, un dolor palpitante, la estaba volviendo loca.

En la oscuridad del departamento ella podía ver la luz al otro lado de la puerta, una luz automática que se mantenía prendida mientras hubiera alguien ahí, la puerta no sonaba, pero sabia que esa persona o personas seguían ahí. Se acercó con cautela, apoyando sus talones con fuerza en el suelo para no hacer ruido y levanto el pequeño teléfono que había alado de la puerta, lo cual automáticamente prendió la cámara, viendo quien era la persona, o las personas en este caso. Apretó el teléfono con fuerza, paralizada; su corazón agitado, el dolor palpitante de su cabeza. El miedo era palpable en Amity; el rostro de su madre, mirando fijamente a la cámara, que a simple vista no demostraba emociones, pero la peliverde sabía por experiencia que esa mirada expresaba mas palabras de las que podía describir.

Amity siempre supo a donde quería ir, que era lo que quería hacer, nadie nunca le pudo imponer una sola idea que ella no le gustara, siempre tuvo el control sobre lo que quería, pero esta vez, no supo que hacer, ni a donde ir ni a quien llamar. Paralizada en su lugar el recuerdo de su madre la golpeó abruptamente, todos los abusos que pensaba que había superado se volvieron presentes en su cabeza como un recuerdo reciente. Se sentía totalmente acorralada, como una presa a punto de ser cazada.

Amity, abre la puerta, sabemos que estas ahí.—La voz de Alador se hizo presente con esa imponencia que la caracterizaba.

N-no.—trató de hablar, sin embargo su voz se rompió por completo, su cabeza parecía estar siendo taladrada. Sin embargo no tuvo tiempo a pensar más, ya que un fuerte golpe la azotó; habían logrado abrir la puerta a la fuerza.

Esa imagen, sus padres tan por encima y ella tan por debajo, una escena ciertamente nostálgica y aterradora a la vez. 

—Vámonos a casa de una vez Amity—Ordenó Odalia, su mano se acercó lentamente a la peliverde que se hallaba estática en el suelo. Su respiración se agitaba con cada segundo que sentía esa mano acercarse, el palpitar de su cabeza la estaba matando y comenzó a ver borroso, negro, se sentía desvanecer.









—Amity levántate.— escuchó a lo lejos.



Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora